Liga femenina de fútbol: convenio laboral histórico, situación paradójica

Costó 502 días y 29 reuniones. Pero, al fin, las futbolistas de la liga española lograron su convenio laboral. Para las mujeres, es el primero en la historia de este deporte en todo el mundo. El dato habla por sí solo.

Y sería absurdo pensar que no es un paso adelante. Lo es. Aunque tenga algunos peros. Y llegue en medio de una paradoja: la creciente dificultad para ver partidos femeninos por televisión.

La guerra por los derechos televisivos que antes afectó a la liga masculina se ha desatado también en la competición femenina en cuanto ésta ha olido a negocio.

Eso es lo que realmente mueve a algunos estamentos, clubes y, por supuesto, empresas audiovisuales. Para ellos, contribuir a la igualdad en el deporte y a que las mujeres sean tratadas como profesionales es un objetivo menor.

Aun así, no dejemos que los negociantes nos jodan la fiesta. A partir de esta semana y con efecto retroactivo hasta el 1 de julio de 2019, las futbolistas de la Primera Iberdrola contarán con unas condiciones laborales que las sitúan en el camino de la plena profesionalidad.

“El convenio es sólo la primera piedra de un proyecto próspero para el fútbol femenino”, afirmó Ainhoa Tirapu, jugadora del Athletic Club y portavoz de las futbolistas en este conflicto.

“El convenio es fruto del coraje, la humildad y valentía de jugadoras”, destacó David Aganzo, presidente de Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato mayoritario.

El documento firmado tras el intento fallido de enero asegura un salario mínimo de 16.000 euros a las futbolistas que trabajen a jornada completa. Y un 75 por ciento de esa cantidad, es decir, 12.000 euros, a las que lo hacen de manera parcial. Estas últimas ganan un 25 por ciento más de lo que percibían hasta ahora.

Estas cifras, que algunos clubes calificaron de inasumibles meses atrás, se convirtieron  en asumibles cuando Mediapro garantizó 100.000 euros anuales a 11 de los 16 clubes que componen la Primera Iberdrola.

La productora compró con ese dinero (1,1 millones anuales) los derechos televisivos de esos clubes para la liga y la Copa de la Reina, así como la publicidad estática de sus canchas. Sigue sin poseer los de Barcelona, Athletic Club, Tacón y Madrid C.F.F. El Sevilla negocia los suyos por su cuenta.

Así se explica que este fin de semana, por ejemplo, la hinchada no pueda ver por televisión los duelos que disputan algunos de los mejores equipos de la liga (Logroño vs Barcelona, Betis vs Athletic Club hoy y Levante vs Tacón y Madrid C.F.F vs Atlético mañana), cuando ésta encara su recta final.

Es un absurdo que sólo explican los intereses económicos de quienes manejan el dinero. Mediapro intenta presionar a los clubes que van por libre para que acaben subiéndose a su carro. Y no le importa si, en esa batalla, perjudica la visibilidad de liga femenina y a los fans.

¿Es un contrasentido? Parece. El interés por la competición femenina aumentó tras el pasado Mundial de Francia porque los fans pudieron ver los partidos por televisión. Los televidentes revalorizaron el producto. Y eso benefició a quienes habían invertido previamente para venderlo durante el torneo.

Sucede que, sin papel ni voz en ellas, las mujeres son también víctimas de las guerras intestinas del fútbol español. La que libran LaLiga y la Federación Española de Fútbol (RFEF) es infinita y ha salpicado la negociación de este histórico convenio.

La Federación ha acabado por no pintar nada en el acuerdo final, después de haber irrumpido en diciembre en la negociación para intentar desencallarla con más dinero.

Frente a los 100.000 finalmente acordados, el organismo presidido por Luis Rubiales ofreció 600.000 euros anuales a los clubes de la Primera Iberdrola y, con cantidades menores, propuso incluir en el acuerdo a los equipos de la Reto Iberdrola, la segunda división. A cambio, la RFEF vendería la liga femenina en las plataformas audiovisuales de su elección.

Sin apenas razonar los motivos, ni los clubes ni los sindicatos de futbolistas (AFE y Futbolistas ON) se decantaron por la propuesta de la Federación, aparentemente más ventajosa.

La firmada, primero sin focos y después con toda la pompa en el Congreso de los Diputados, establece también una jornada laboral de 35 horas semanales sin contar las concentraciones ni los desplazamientos. Además, reconoce un descanso semanal mínimo de un día y medio continuado.

Respecto a la maternidad, uno de los caballos de batalla del conflicto, el acuerdo garantiza ayudas a las futbolistas que sean madre durante su carrera, así como la renovación automática por sus clubes si se quedan embarazadas.

En un contexto aún generalizado de penalización del embarazo y de la maternidad, éste es un avance que debería extrapolarse a otras disciplinas deportivas.

Como las trabajadoras de otros ámbitos, las futbolistas tendrán a partir de ahora 30 días de vacaciones, 21 de ellos consecutivos. Y, entre el 23 de diciembre y el 3 de enero, no habrá competición.

El convenio también contempla la cobertura del 100 por cien del salario de las futbolistas en caso de baja por enfermedad o de incapacidad temporal por lesión.

Sobre los derechos de imagen que tantos ingresos reportan a algunos de sus colegas masculinos, el acuerdo da libertad a los clubes para regularlos, si bien establece que, si son explotados, deberán compensar económicamente a las jugadoras.

“El deporte es una vía de integración social, de desarrollo de relaciones humanas y es especialmente efectivo para la plena inclusión. El impulso a las mujeres es fundamental para la cohesión social y la cultura porque la brecha entre mujeres y hombres se mantiene en toda su expresión en el deporte”, destacó la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, sobre este convenio “de carácter pionero”.

“Es una celebración y un paso adelante en materia de igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Queremos una sociedad educada en la igualdad porque queda mucho por hacer”, añadió la dirigente política.

Coincido. ¿Alguien imagina que no se retransmitieran los partidos de los mejores equipos de la liga masculina? Ni una fecha duraría el boicot-presión.

* Ph foto: Congreso de los Diputados

La primera Supercopa femenina, una buena noticia en un mal contexto

Que Barcelona y Real Sociedad disputen mañana la final de la primera Supercopa femenina en la historia del fútbol español es una buena noticia que celebro.

Pendiente aún del prometido y postergado primer convenio laboral, la competición femenina gana un torneo con un formato que gusta a los fans: la final a cuatro. Es el que se usa, por ejemplo, en la Copa del Rey de baloncesto con éxito rotundo. Un puñado de partidos concentrados en pocos días entre los mejores equipos.

Lo son Barcelona y Real Sociedad y también Atlético de Madrid y Levante, los otros dos protagonistas de las semifinales. El Atlético, vigente campeón de la Liga y subcampeón de la Copa de la Reina, cayó ante las azulgrana (3-2). El Levante, poseedor de seis Copas de la Reina, sucumbió ante las vascas (1-0), últimas ganadoras del trofeo real.

Hasta ahí, todo bien. El pero viene cuando nos fijamos en el número de espectadores que acudieron al Helmántico de Salamanca para presenciar estos encuentros: 3.244 en el Levante-Real, 7.077 en el Barcelona-Atlético. Ni siquiera sumados llenarían el estadio salmantino, cuya capacidad supera ligeramente los 17.000.

En marzo de 2019, el choque liguero entre Atlético y Barcelona congregó a 60.739 fans en el Wanda Metropolitano. ¿Qué fue del boom del llamado fútbol femenino?

¿Qué fue de toda esa hinchada que batió el récord de asistencia a un partido femenino entre equipos?

Se da por descontado que una parte era pasajera u ocasional. Rojiblancas y azulgrana se jugaban el título de liga y eso siempre es buen reclamo. El choque, además, había sido ampliamente publicitado y el Atlético, en una decisión inteligente, había optado por que su equipo femenino jugase en el mismo escenario en el que lo hace el masculino.

Esa cifra no se ha repetido en lo que va de la presente campaña. Pero el duelo entre el Athletic de Bilbao y el Barcelona disputado el pasado 5 de enero congregó a algo más de 32.000 espectadores en San Mamés. Es un buen número. Probablemente, el que podríamos esperar en partidos entre los mejores equipos de la Primera Iberdrola, si los estadios donde juegan tuvieran semejante capacidad.

No es el caso del Barcelona. Desde esta temporada, las catalanas disputan sus partidos como local en el Estadio Johan Cruyff. Caben 6.000 espectadores, menos de la mitad de los que cabían en el viejo Mini Estadi, su casa hasta la pasada campaña.

Tampoco el del Atlético: se mudó el pasado septiembre al Centro Deportivo Wanda de Alcalá de Henares, que tiene 2.700 butacas. Ni el del Athletic, que habitualmente juega sus partidos de casa en Lezama, donde entran 3.250 espectadores. La Real Sociedad tampoco es una excepción: las instalaciones de Zubieta tienen capacidad para 2.500 gargantas.

Los números hablan. Y nos permiten concluir que las competiciones femeninas de fútbol están aún muy lejos de atraer la atención continuada del gran público. Tienen picos muy marcados en algunos grandes encuentros y, especialmente, cuando los medios de comunicación y los organizadores los publicitan lo suficiente.

No creo que haya sido el caso de esta primera Supercopa que, además, ha tenido otros factores en contra. La Federación española de fútbol (RFEF) decidió que las semifinales se disputaran en días laborables (miércoles y jueves), a las ocho de la tarde, y en Salamanca, una ciudad cuyo equipo femenino milita en Primera Nacional, la tercera categoría de las competiciones femeninas.

Los partidos coincidieron, además, con los cuartos de final de la Copa del Rey masculina, un torneo organizado también por la RFEF y absolutamente consolidado entre la hinchada futbolera.

La espectacular semifinal entre el Atlético y el Barcelona se empezó a jugar cuando, a poco más de 200 kilómetros de distancia, el Real Madrid intentaba infructuosamente sobrevivir en el torneo del KO frente a la Real Sociedad. Minutos después de que las azulgrana doblegaran a las rojiblancas, el Barcelona saltaba al verde de San Mamés en busca de un pase a semifinales que no logró.

Presencialmente o por televisión, los competidores con los que tuvo que luchar eran demasiado potentes.

Mañana, la final entre Barcelona y Real Sociedad se retransmitirá en abierto por Teledeporte. Se disputará a las 12 del mediodía y sólo coincidirá con el Espanyol-Mallorca de LaLiga.

El duelo promete ser de lo más interesante. Se miden el vigente campeón de Copa y el subcampeón de la Liga de Campeones y líder aventajado de la Primera Iberdrola. ¿Demostrará la hinchada que el fútbol femenino es un deporte en constante alza? Eso está por ver.

* Ph foto: FC Barcelona

Las futbolistas de la liga española estrenan 2020 sin convenio colectivo ni visibilidad

Sin convenio colectivo ni visibilidad. Ayer, el día en el que Atlético de Madrid y Barcelona disputaron el clásico de la liga femenina de fútbol, las jugadoras midieron sus fuerzas sin la protección del prometido convenio laboral y sin una sola cadena de televisión que retransmitiera el choque, el más esperado de la temporada.

¿En dónde quedó aquello de caminar hacia la igualdad? ¿En el cajón de los intereses económicos de quienes manejan los hilos del negocio del fútbol?

En cuestión de días, todo lo que aparentemente se había avanzado en 2019 en la lucha de las futbolistas por tener unas condiciones de trabajo dignas ha quedado en el limbo, sin que nadie se haya dignado a aclarar por qué.

“Este lunes habíamos sido convocadas en Madrid para vivir un día histórico, pero nos hemos encontrado incertidumbre. No sabemos qué pasa, es la realidad”, lamentó la futbolista del Athletic de Bilbao Ainhoa Tirapu el pasado lunes.

“Pasa el tiempo y se pierden derechos laborales, algo que no nos podemos permitir. Nos sentimos ninguneadas. No queremos llegar a ese punto, a la huelga, pero esto no se puede alargar más”, añadió en un rueda de prensa que estaba prevista con otro fin.

Ese día, 20 de enero, las representantes de las futbolistas de la Primera Iberdrola deberían haber festejado la firma de un convenio laboral que apenas tiene precedentes en el deporte español -el baloncesto lo tuvo durante un tiempo y enseguida quedó sin efecto- ni en el europeo.

Después de 13 meses de negociación, con una breve huelga de por medio, los diferentes actores habían acordado los términos del documento a finales del pasado diciembre y se habían emplazado al 15 de enero para rubricarlo definitivamente.

Para paliar las dificultades económicas esgrimidas por algunos clubes para oponerse al acuerdo, la Federación española de fútbol (RFEF) se había comprometido a incluir a los equipos femeninos en el Programa Élite. Eso permitiría que los conjuntos de la Primera Iberdrola recibieran 500.000 euros anuales y los de la Liga Reto, la segunda división, 100.000.

Llegó el 15 y, sin que quedara claro el motivo, la firma se trasladó al 20. Supuestamente, la rúbrica debía estamparse en un acto por todo lo alto y no habían tenido tiempo suficiente para preparar tanta pompa…

Cinco días después, el lunes pasado, todo parecía listo. Protagonistas, medios de comunicación e hinchas esperaban la foto de la histórica firma. Pero ésta demoraba. Y demoraba. Y cuando llegó el anuncio, lo que se comunicó fue un nuevo aplazamiento sine die del esperado acuerdo.

“Tras los comunicados emitidos por la ACFF y la RFEF, esperábamos que este 20 de enero fuera un día histórico con la firma del convenio colectivo, un día importante para la igualdad, pero no ha podido ser”, afirmó David Aganzo, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato mayoritario.

“Todos nos preguntamos, ¿por qué?”, prosiguió.

La RFEF enmudeció. No dedicó ni uno solo de sus ocho tuits de ese día al fiasco de la firma. Habló de designaciones arbitrales, de fútbol sala y hasta de un curso de formación de porteros… Quizás necesitaba más tiempo para pensar qué iba a decir.

Pero no. Al día siguiente, ni emitió un comunicado ni tuvo a bien pronunciarse sobre el asunto en ninguna de las  26 ocasiones en las que tuiteó.

Es, sin embargo, la misma Federación que para llevar la Supercopa (masculina) de España a Arabia Saudita esgrimió como argumento de peso el avance que ese partido iba a representar para la libertad de las mujeres de aquel país.

La Primera Iberdrola, como acostumbra, tampoco abrió la boca al respecto. En una postura de lo más extraña y cuestionable, los organizadores del torneo de la principal liga femenina invisibilizan sistemáticamente la lucha de las futbolistas y todo lo que tiene que ver con ella como si la cosa no fuera con ellos.

No son los únicos. Lo mismo hicieron la mayoría de clubes, incluidos Barcelona y Real Madrid. Ambos fueron señalados por diversos medios de comunicación como los responsables de que no se hubiera firmado el convenio. Según estas informaciones, la entidad blanca -que la próxima temporada absorberá definitivamente al Tacón- y la azulgrana pretendían retransmitir todos los partidos de sus equipos a través de sus plataformas. Mediapro, que posee los derechos de televisión de la mayoría de clubes pero no los de Barcelona, Tacón, Athletic y Madrid CFF, se habría opuesto.

La productora se comprometió a pagar 1,5 millones euros por retransmitir en su canal tres encuentros por fecha de la Primera Iberdrola y tiene cierta lógica que no quiera que algunos de los grandes equipos ofrezcan gratuitamente el mismo producto en sus medios y redes.

En este caso, sin embargo, sus intereses económicos parecen incompatibles con la promoción de un deporte que cotiza al alza entre las mujeres y el público en general pero que sigue necesitando apoyos y visibilidad.

No se puede decir que la tiene cuando el partido más esperado de la temporada no se ofrece por ningún canal y sólo llega a quienes acuden a la cancha.

Pudiendo retransmitirlo, ya que posee los derechos del Atlético de Madrid, Mediapro decidió no hacerlo.

“Por decisión de Mediapro, que gestiona los derechos del equipo local, el gran partido del fútbol femenino estatal no será emitido por ningún medio audiovisual”, se limitó a decir el Barcelona en su web en la nota previa al gran duelo frente al Atlético.

Días antes, Mediapro había presumido en sus redes sociales de ser la productora responsable del anuncio televisivo que ilustra la campaña T’ho estàs perdent (Te lo estás perdiendo) para promocionar el deporte femenino y su consumo en medios.

“Lamentamos esta decisión que no comprendemos. Mediapro tiene los derechos para retransmitir el partido y, si no lo hace, lo hace en perjuicio no sólo de la afición y de los  clubes, sino [también] del fútbol femenino y del espectador, que cada vez más busca este tipo de contenido”, agregó María Teixidor, la directiva del Barcelona responsable del equipo femenino, en declaraciones a los medios del club azulgrana.

Nada dijo, en cambio, sobre el convenio que otras fuentes azulgranas negaron, de manera extra oficial, haber torpedeado. Según estas fuentes, el Barcelona no exigió retransmitir todos los partidos de su equipo como condición para firmar el acuerdo.

Sea como fuere, lo único claro casi una semana después es que las principales perjudicadas siguen siendo las futbolistas que, con razón, se sienten engañadas y ninguneadas.

“Queremos explicaciones. Las futbolistas seguimos unidas; hemos puesto todo de nuestra parte, de ahí que se paralizara la huelga, pero ahora nos preguntamos: ¿qué más debemos hacer para que se firme el convenio colectivo?”, apuntó la jugadora del Betis Priscila Borja.

“Sentimos que no se nos está tomando en serio. A nosotras nos da igual cómo se llegue a un acuerdo definitivo, lo que queremos es tener garantizados nuestros derechos laborales. Se nos escapa qué pasa, no lo entendemos después de los comunicados que se emitieron en días pasados”, continuó Ainhoa Tirapu, antes de apuntar la posibilidad de convocar una nueva huelga.

Este fin de semana jugaron, clásico incluido, aunque pasara desapercibido. Las circunstancias, sin embargo, parecen pedir a gritos que las futbolistas vuelvan a parar.

  • PH foto: AFE

Futbolistas españolas: un paro indefinido para empezar a poner las cosas en su sitio

Las futbolistas españolas anunciaron esta semana que van a la huelga. Salvo milagro de última hora que hoy no se vislumbra. Dijeron así basta a una situación que se prolonga desde que decidieron abrirse camino en un deporte que los hombres consideran suyo y por eso gobiernan a su antojo.

Algunos se sentirán ofendidos por esta generalización que, como toda generalización, es imprecisa e injusta. Lo siento. La realidad se empeña en demostrar que todavía son demasiados los hombres que siguen anclados ahí.

Hombres son la mayoría de los dirigentes que, después de 18 reuniones y meses de negociaciones, fueron incapaces de llegar a un acuerdo con las futbolistas para firmar un convenio colectivo que les garantice no sólo un sueldo digno sino, sobre todo, las garantías laborales que les corresponden como trabajadoras.

Mandan en las entidades que conforman la Asociación de clubes de fútbol femenino (ACFF) y sostienen que las exigencias de las jugadoras son demasiado elevadas, que los números no les cuadran.

Consideran fuera de lugar que las futbolistas se reclamen como tales a tiempo completo, exijan un salario mínimo de 20.000 euros anuales y plenas garantías de que podrán cobrar el paro o la jubilación que les corresponda también por los años que se dedicaron a jugar al fútbol.

Parecen, sin embargo, de acuerdo en que pidan 30 días de vacaciones, un protocolo de embarazo, maternidad y lactancia, otro de acoso sexual y cobertura sanitaria en caso de lesiones graves o de larga duración.

En un gesto de buena voluntad y, conscientes de que algunos clubes podrían tener dificultades para cubrir todas sus peticiones, las futbolistas renunciaron a reclamar el cien por cien de su jornada y lo dejaron en el 75 por ciento.

Eso fue lo que Asociación de futbolistas españoles (AFE), el sindicato mayoritario en el fútbol español, y otros sindicatos minoritarios trasladaron a la ACFF por última vez el pasado martes. La respuesta de la patronal fue meridiana: 16.000 euros de salario mínimo anual y el 50 por ciento de reconocimiento para su jornada laboral.

Es decir, que jugadoras que se entrenan todos los días, compiten el fin de semana y organizan su vida para cumplir con lo que exige el deporte de élite deberían regalar la mitad de su jornada y conformarse con la otra media porque los clubes consideran “inasumible” el 1.600.000 euros extra que, según sus cálculos, les supondría cumplir con lo que ellas reclaman.

Lo sufragarían entre todos los equipos de la Primera Iberdrola, que este año vendieron sus derechos audiovisuales de ésta y las dos próximas temporadas por nueve millones de euros a Mediapro. Pero aun así les pareció una barbaridad. Y no se movieron de su postura.

Las futbolistas, tampoco: anunciaron un paro indefinido que aprobó el 93 por ciento de las 180 jugadoras que el martes asistieron a la asamblea convocada por la AFE.

“Pedíamos un 75 por ciento de la jornada porque era lo justo y no podemos rebajar eso. Hay compañeras que llevan muchísimos años jugando y apenas han cotizado. Cuando se queden sin trabajo, no van a tener paro y se verán perjudicadas. Parece que hablamos de salario mínimo, pero esto va mucho más allá”, explicó este martes Ainhoa Tirapu, erigida en portavoz de las futbolistas.

“Nos cuidamos para ello. Cuando vamos a cenar pensamos que somos futbolistas y también cuando nos vamos pronto a la cama, cuando estamos preparadas día a día para entrenarnos mejor o cuando estamos disponibles para eventos y cosas de los clubes al margen de los entrenamientos”, continuó la capitana del Athletic Club.

Que Tirapu hablara en nombre de sus compañeras ilustró la unidad que existe entre las futbolistas. Ni el Athletic, ni el Barcelona ni el Tacón forman parte de la ACFF. Y algunas de sus futbolistas ya tienen garantizados los mínimos que el resto reclama. Igual apoyan su lucha.

“En el Barcelona la apuesta (por el equipo femenino) es firme y tenemos mejores condiciones, pero se trata de dignificar la profesión que queremos”, señaló Alexia Putellas, mediocampista del conjunto azulgrana.

La entidad catalana y el Atlético de Madrid fueron pioneros a la hora de profesionalizar a sus equipos femeninos y dotarlos de recursos y condiciones más acordes con la competición de élite: salarios, entrenadores, instalaciones, hoteles, viajes.  Comprobaron que la inversión tiene su retorno y que sí existe rentabilidad.

Hay dirigentes de otros clubs que también lo saben, pero lo niegan por razones que deberían explicar. Y hombres que ni lo saben ni lo quieren saber. Como ejemplo, el que se esconde tras el nombre de TodoPuedePasar en Twitter. Sin el más mínimo argumento, cuestionó la capacidad de las mujeres para jugar al fútbol al conocer sus reclamos para firmar el convenio.

“Toma y yo!! Las chicas quieren vivir del fútbol cuando ni si quiera llegan al larguero de la portería… Cualquier jugador de tercera les da mil vueltas y no cobra eso”, tuiteó, evidenciando que nunca en su vida vio un partido de la liga femenina.

Los jugadores (22) de L’Hospitalet, que milita en la Tercera española, cobrarán esta temporada unos 400.000 euros en su conjunto. Eche cuentas y verá si están o no dentro del convenio laboral que sí rige para los hombres.

Virginia Torrecilla, internacional española del Atlético de Madrid, replicó al iluminado tuitero a través de la misma red social: “Menos mal que el #ConveniofemeninoYa no pasa por personas como tú.. Luchamos por un MÍNIMO de condiciones! Y gente como esta nos hace más fuertes”.

Torrecilla es otra de las futbolistas que, más que por ella, lucha por sus compañeras y por las que las sucederán.

El conflicto no hace sino evidenciar que el supuesto apoyo generalizado a que las mujeres puedan jugar al fútbol en igualdad de condiciones que los hombres -lo cual no significa cobrando los mismos salarios- no es real. Como en muchos otros ámbitos, tras las declaraciones políticamente correctas, no hay ni una creencia en lo que se dice ni voluntad de cumplirlo. Sólo postureo.

Y no me refiero a David Aganzo, presidente de la AFE, que probablemente crea lo que dice: “Es una cuestión de igualdad y dignidad. En el siglo XXI, es momento de que tengan derechos y se las respete de una vez. Son compañeras de Primera División, muchas de ellas han jugado Mundiales donde a todos se nos llena la boca. Tienen que tener derechos como trabajadoras”.

Aganzo respaldó la huelga anunciada por las futbolistas a las que representa y sobre la que, curiosamente, sus ex compañeros de la Primera División masculina no se pronunciaron. No me consta ni una muestra pública de la solidaridad que alguna jugadora dijo haber recibido de algún par varón de manera privada.

Con o sin su apoyo, las futbolistas pararán en bloque y de manera indefinida, probablemente, a partir de la octava fecha de la Primera Iberdrola. Salvo que este próximo lunes el Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje (SIMA) obre el milagro y logre que los hombres que manejan el fútbol a su antojo entren en razón.

* PH foto: AFE

Y para empezar la Primera Iberdrola, un nuevo (viejo) clásico

La liga femenina de fútbol arranca hoy en España por todo lo alto con un clásico que no existía y promete justificar su apelativo con una rivalidad que ya se intuye. Aunque los precedentes sean nulos, nadie ha resistido la tentación de calificar así al choque que esta tarde enfrentará al Barcelona con el CD Tacón, el club bajo el que se esconde el futuro Real Madrid.

Le viene bien a la liga, que estrena nombre: Primera Iberdrola; a los clubs, que han encontrado un nuevo acicate para reforzarse; y a los medios de comunicación, que siempre agradecen los productos de venta fácil.

Un Barcelona-Real Madrid, ya se sabe, resulta mucho más atractivo que un Barcelona-Tacón, un equipo modesto y con problemas de liquidez hasta que el club blanco decidió aprovechar su estructura y su recién lograda plaza en primera división para subirse a la ola del (mal) llamado fútbol femenino.

“La entrada del Real Madrid aportará más seguidores a la liga y más competitividad”, estimó la defensa del Espanyol Elba Vergés, en declaraciones a Catalunya Ràdio.

Hasta hace poco más de tres meses, el Real Madrid se había negado reiteradamente a entrar en una competición que llevaba años luchando por hacerse con un hueco entre la amplia oferta deportiva. El acaudalado Florentino Pérez nunca mostró el más mínimo interés en contribuir a que el deporte femenino creciera a través del fútbol o de otras disciplinas.

Y es posible que, en realidad, siga sin tenerlo. Pero, en unos días, el presidente blanco someterá al voto de la Asamblea General de su club la absorción oficial del Tacón (acrónimo de trabajo, atrevimiento, conocimiento, organización y notoriedad), al que ya inyectó un millón de euros, según las cifras publicadas por diversos medios.

Las cantidades no han trascendido de manera oficial. Pero, de otro modo, el humilde club madrileño no habría podido acometer los fichajes de jugadoras tan consolidadas como las brasileñas Daiane Limeira (PSG) y Thaisa Moren (Milan), y la inglesa Chioma Ubogagu (Orlando Pride), y menos aún de estrellas como la francesa Aurelie Kaci (Olympique de Lyon) y la sueca Kosovare Asllani (Linköping), a la que también acompañará su compatriota Sofia Jakobsson (Montpellier). También se incorporaron las españolas Ainoa Campo (Madrid CFF) y  Ana Vallés (Rayo).

Al parecer, las presiones de quienes quieren que el fútbol femenino crezca, ya sea por convencimiento o por interés comercial, y el creciente negocio han acabado convenciendo a Florentino Pérez de que el Real Madrid no podía seguir al margen de una liga en la que Atlético de Madrid y Barcelona llevan años muy bien posicionados.

La apuesta que ambas entidades hicieron por profesionalizar su equipo femenino en 2015  (Barcelona) y 2016 (Atlético) se ha visto recompensada con títulos de Liga, Copas de la Reina y participaciones en la Liga de Campeones que han fortalecido su imagen.

El club rojiblanco, que creo su equipo femenino hace 18 años, puede presumir de haber dominado la competición doméstica los últimos tres, mientras que el azulgrana -que lo hizo 21 años atrás- conquistó en ese mismo tiempo dos Copas y fue finalista de la Champions la pasada temporada, un logro que llegó incluso antes de lo esperado.

Atlético y Barcelona pueden vanagloriarse asimismo de haber congregado a 60.739 hinchas el curso pasado en el Wanda Metropolitano. Nunca antes, ni en España ni el mundo, habían asistido tantas personas a un choque entre clubes femeninos.

Para entonces, las futbolistas ya habían demostrado su sobrada capacidad para ofrecer espectáculo, si les dan la oportunidad y unas mínimas condiciones. Al calor del reciente y exitoso Mundial de Francia, éstas han mejorado en la temporada que comienza. En general, los equipos cuentan con mayores recursos gracias al aumento de patrocinadores y a los derechos de televisión. El canal televisivo GOL continuará contribuyendo a la visibilidad con la emisión de dos partidos en abierto por fecha.

La entrada de la Federación española de fútbol (RFEF) como nuevo ente organizador del campeonato no ha conseguido, sin embargo, que las jugadoras puedan disputar esta nueva liga con la seguridad de tener un convenio colectivo que las respalde. Esa batalla se seguirá librando en los despachos, mientras la mayoría de futbolistas deberán rendir como profesionales con salarios y recursos de amateurs.

“Comenzamos ahora un camino apasionante, un verdadero reto que logrará situar a este deporte en el lugar que se merece”, aseguró la semana pasada Luis Rubiales, presidente de la RFEF, en la presentación de la Primera Iberdrola.

Después de no pocas disputas y numerosas críticas, esta temporada, la Federación ha arrebatado a la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF) la organización del torneo argumentando que su propuesta será definitiva para que la disciplina se consolide y crezca.

“Juntos trabajaremos para lograr que en seis años las niñas y jóvenes españolas practiquen el fútbol como deporte mayoritario en este país; para avanzar en la profesionalización del fútbol femenino y fomentar el fútbol base, alcanzando la excelencia y la máxima calidad en nuestras selecciones nacionales, apoyando a los clubes y a las jugadoras”, añadió Rubiales en la puesta de largo.

Entre las novedades introducidas por la RFEF, destaca la obligatoriedad de que los clubes participantes en la competición cuenten con un mínimo de tres equipos de fútbol base. Si se cumple, sus efectos no tardarán en notarse.

La incorporación de una cuarta árbitra a los partidos y del nombre de las jugadoras en las camisetas son medidas de menor calado que, no obstante, también deberían contribuir a que la hinchada se familiarice con las protagonistas.

Algunas, como las azulgrana Caroline Graham Hansen, fichada del Wolfsburgo alemán, y Jennifer Hermoso, repescada del Atlético, ya son conocidas por el gran público.

Esta tarde estrenarán el nuevo curso con la camiseta del Barcelona en el Estadio Johan Cruyff. Es la nueva casa del equipo catalán y, probablemente, el mejor escenario para acuñar un nuevo (viejo) clásico del fútbol español.

*PH fotos: FC Barcelona

Cruyff, el as en la manga del Barcelona femenino

A menos de una semana para la inauguración oficial del Estadio Johan Cruyff, me pregunto qué le parecería al genio holandés que la cancha que lleva su nombre vaya a ser conocida en el mundo gracias al Barcelona femenino.

Aunque allí también jugarán el Barça B y el Juvenil A masculinos, serán las mujeres las que popularizarán el estadio que homenajea al Profeta en sus partidos de la Liga de Campeones y en la cada vez más seguida Primera División femenina, la ahora denominada Primera Iberdrola.

Referente mundial del fútbol con independencia de género, la figura de Cruyff está ligada, sin embargo, al primer equipo masculino y a La Masia, famosa por alumbrar a grandes deportistas varones. Las niñas que asimismo se forman en el vivero azulgrana siguen pasando desapercibidas. Quizás en el futuro también eso cambie.

Desconozco si al Holandés Volador le interesaba el fútbol jugado por mujeres o si tenía alguna opinión formada al respecto. De las muchas frases que Cruyff dejó para los anales del fútbol, no recuerdo ninguna que se refiriera a las futbolistas. Tampoco la encuentro en ninguno de los muchos anecdotarios que recogen sus genialidades.

La mayoría, en realidad, son generalidades sobre el propio deporte, igual de válidas cuando lo juegan hombres que cuando lo hacen mujeres.

Como muestra, un botón: “Jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay”.

En el último lustro, el Barcelona femenino ha intentado abrazar esa máxima para escalar posiciones en el creciente mercado futbolístico de las mujeres. Y no le ha ido mal: dos Ligas (2013-14 y 2014-15), tres Copas de la Reina (2013-14 , 2016-17, 2017-18) y una -la primera en su historia- final de Champions, perdida este año ante el Olympique de Lyon.

Las azulgrana esperaban más en la competición doméstica. Pero el Atlético de Madrid también se profesionalizó en 2016 -el Barcelona lo hizo en 2015- y, en una serie fabulosa, encadenó las últimas tres Ligas, a las que sumó la Copa de la Reina de la temporada 2015-16.

Contar con una nueva cancha, más moderna y con vestuario propio, no garantiza mayor rendimiento ni mejores resultados. Pero no es descartable que, como hogar propio que será, se convierta en una nueva arma para las azulgrana. En cualquier caso, contribuye a reforzar la apuesta del Barcelona por su equipo femenino.

“Inauguramos un estadio donde la igualdad es ley”, asegura uno de los eslóganes con los que la entidad catalana publicita estos días el próximo estreno.

Es una buena declaración de intenciones, que deberá convertirse en realidad. En el Barcelona y en el mundo, la igualdad está aún lejos de ser ley para las futbolistas, que en el caso español siguen luchando por lograr un convenio colectivo que les garantice un sueldo mínimo. Sin él, la dedicación exclusiva es casi imposible, el amateurismo, la norma.

Por fortuna para ellas, muchas de las jugadoras azulgrana ya cobran ese mínimo exigible y algunas hasta lo superan con cierta holgura porque la profesionalización de la sección atrajo a patrocinadores justo en el momento en el que mercado femenino del fútbol empezaba a intuir un despegue que hoy es ya una realidad.

Tampoco sé qué pensaría de esto Cruyff, que en la década del 90 se quejó de lo mucho que, según él, el Barcelona pagaba a Jose Montero, una de las estrellas del equipo azulgrana de baloncesto.

Las malas lenguas decían que al holandés le molestaba profundamente que el club invirtiera en secciones que atraían mucho menos público que su Dream Team.

Pero ésa, precisamente, fue una de las características que siempre distinguió al club azulgrana, el carácter polideportivo, que aumentó su leyenda y medio salvó temporadas cuando las vacas flacas imperaban en el fútbol (masculino).

Pensar que Cruyff renegaría hoy por el dinero que el Barcelona invierte en el equipo femenino y, por tanto, no va al masculino es una especulación sin mayor fundamento. Como lo es también el creer que El Profeta se adaptaría a los nuevos tiempos, seguiría el ejemplo de otros ilustres y contribuiría con su autorizada voz a luchar por que las mujeres puedan jugar al fútbol en igualdad de condiciones.

Pero prefiero quedarme con esto último, si se trata de especular. Y convertir al femenino otra de las célebres frases del genio, que aplica perfectamente a lo que sucederá el 8 de septiembre cuando las azulgrana estrenen la nueva liga y el Estadio Johan Cruyff ante el Tacón: “Cuando salgáis al campo mirad la grada y pensad que todo eso lo han hecho para vosotras. Así que salid al campo y disfrutad”.

*PH foto de portada: Germán Parga/FC Barcelona

Un mes después del Mundial femenino de fútbol: iniciativas diversas, pequeños avances

¿Sirvió el reciente Mundial de Francia para el avance de las mujeres en el fútbol? Me hago la pregunta pasado un mes de la conclusión de la Copa del Mundo más exitosa de la historia, cuando algunas ligas empiezan a preparase para su nuevo inicio.

El tiempo transcurrido es escaso para sacar conclusiones, pero ya hay algunos indicios que invitan a pensar que sí.

Entre ellos, están los cambios anunciados en la liga española, la llamada Liga Iberdrola, que apuntan a una mayor profesionalización de la competición femenina, después de que la selección española alcanzara unos históricos octavos de final en Francia 2019.

Más allá de la nueva nomenclatura (la primera y la segunda división se denominarán a partir de ahora Primera Iberdrola y Reto Iberdrola), que tiene que ver con una cuestión de marketing, la creación de una Supercopa y la obligación de que los clubes tengan al menos tres equipos en categorías inferiores refuerzan la proclamada apuesta de la Federación española por caminar hacia la progresiva igualdad  también en el fútbol.

La Supercopa permitirá que los hinchas tengan una ocasión más de ver en acción a las mejores futbolistas y se enganchen a un torneo que, previsiblemente, seguirá ganando adeptos la próxima temporada.

La cadena de televisión GOL no habría optado por ofrecer dos partidos en abierto por jornada si sus cálculos no apuntasen a un aumento de televidentes, como ya sucedió en el Mundial de Francia. Entonces, el canal vio premiadas sus más de 150 horas de programación especial con una audiencia acumulada de más de 12 millones de espectadores y 280.000 de media por partido, cifras nada desdeñables.

La incorporación del Real Madrid a la liga a través del C.D. Tacón aumentará, sin duda, la competitividad de un campeonato monopolizado por Atlético de Madrid y Barcelona en las últimas temporadas.

De entrada, la inyección económica del club blanco ya ha permitido que el otrora modesto Tacón fiche a jugadoras del calibre de la sueca Kosovare Asllani, su compatriota Sofia Jakobsson, la francesa Aurélie Kaci o la brasileña Thaisa Moreno.

Con su incorporación, el Tacón aspira a plantar cara a rojiblancas y azulgranas y a hacerse un hueco entre la élite antes de adoptar el nombre del Real Madrid.

El mayor número de futbolistas internacionales en la Primera Iberdrola y el regreso de algunas españolas que jugaban en el extranjero confirma, además, un aumento en los presupuestos de los equipos que redundará en un torneo más disputado.

A ello también contribuirá la obligación de contar con, al menos, tres equipos en categorías inferiores, la decisión más trascendente con perspectiva de futuro. Las niñas podrán así jugar y competir, demostrar y medir sus cualidades, decidir, en definitiva,  si quieren dedicarse profesionalmente al fútbol. Los equipos, por su parte, contarán con una base para nutrir su primera plantilla al tiempo que desarrollan un estilo y un método.    

En esa misma línea se ha movido la Federación chilena al alumbrar por primera vez en su historia una selección femenina sub 15 con carácter permanente. Era una de las peticiones del cuerpo técnico de la absoluta y del sindicato de futbolistas tras el buen debut de La Roja en Francia 2019, el primer Mundial de su historia.

Así, el pasado 3 de agosto, un grupo de niñas de 11, 12 y 13 años se vistió la camiseta de la selección chilena y disputó su primer partido amistoso oficial frente al Club Unión Araucanía. Seguirán trabajando de manera regular a las órdenes de Andrés Aguayo, que incidirá especialmente en su preparación física.

“El objetivo es iniciar los estándares de selección a una edad mucho más temprana de lo que se estaba haciendo hasta ahora. Tenemos acá jugadoras de 11, 12 y 13 años que ya están viviendo la manera de trabajar de las selecciones nacionales, con los compromisos y dedicación que ello conlleva. Todos estos pasos nos llevarán a afrontar las competencias con una preparación mucho más adecuada”, afirmó José Letelier, el seleccionador de la absoluta y encargado de supervisar las inferiores.

En Argentina, el avance se ha confirmado con la profesionalización de algunos clubes, después de que las albicelestes protagonizaran también el mejor Mundial de su historia.

El último ha sido Boca Júniors, que recién este jueves hizo contrato profesional a las futbolistas de su primera plantilla. Mientras algunas de sus colegas lograban el pase para disputar frente a Colombia la final de los Juegos Panamericanos que se celebran en Lima y confirmar así su evolución, ‘Las Gladiadoras’ xeneizes estampaban su firma en un contrato que, de momento, sólo se extenderá por una temporada.

La vía de la reclamada profesionalización la abrió San Lorenzo el pasado abril al convertirse en el primer club argentino en hacer contrato a las 15 jugadoras del plantel femenino. La iniciativa de El Ciclón fue seguida por River Plate y UAI Urquiza, el vigente campeón, el pasado 17 julio.

«Cuando empecé a jugar supe que quería dedicarme a esto toda mi vida, pero pensé que tendría que irme a hacerlo a otro país. Esto hasta hace poco no se imaginaba y hoy es una alegría inmensa», señaló la millonaria Justina Morcillo el día que rubricó su nuevo vínculo con River.

La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) ya había anunciado el pasado mes de marzo la creación de la Liga Femenina de Fútbol Profesional y había dado 90 días a los 16 clubs que componen la primera división del país para regularizar la precaria situación de sus futbolistas. La AFA se comprometió entonces a inyectar 120.000 pesos a cada entidad para ayudar a pagar los sueldos.

De momento, sólo cuatro -los más poderosos- se han colocado en la línea de salida de una carrera llamada a elevar el nivel de la competición del país sudamericano.

En Escocia, cuya selección también debutó con nota en el Mundial de Francia, los Rangers decidieron así mismo dotar de más medios a su cantera y equipo femeninos e integrarlos por completo en la estructura del club, que hasta el pasado julio era sólo masculino.

En Estados Unidos, en cambio, siguen esperando la prometida igualdad salarial, que no llega. Tras asegurar que las demandas salariales de las futbolistas serían atendidas sin necesidad de que la justicia se pronunciara, el presidente de la Federación estadounidense de fútbol, Carlos Cordeiro, busca ahora argumentos para desdecirse y no pagar a las jugadoras de la tetracampeona mundial igual que a sus pares masculinos.

De modo global, los efectos del Mundial llamado a cambiar la historia de las mujeres en el fútbol apuntan hacia el inevitable progreso. Pero el camino es largo y recién se empezó a recorrer.