La primera Supercopa femenina, una buena noticia en un mal contexto

Que Barcelona y Real Sociedad disputen mañana la final de la primera Supercopa femenina en la historia del fútbol español es una buena noticia que celebro.

Pendiente aún del prometido y postergado primer convenio laboral, la competición femenina gana un torneo con un formato que gusta a los fans: la final a cuatro. Es el que se usa, por ejemplo, en la Copa del Rey de baloncesto con éxito rotundo. Un puñado de partidos concentrados en pocos días entre los mejores equipos.

Lo son Barcelona y Real Sociedad y también Atlético de Madrid y Levante, los otros dos protagonistas de las semifinales. El Atlético, vigente campeón de la Liga y subcampeón de la Copa de la Reina, cayó ante las azulgrana (3-2). El Levante, poseedor de seis Copas de la Reina, sucumbió ante las vascas (1-0), últimas ganadoras del trofeo real.

Hasta ahí, todo bien. El pero viene cuando nos fijamos en el número de espectadores que acudieron al Helmántico de Salamanca para presenciar estos encuentros: 3.244 en el Levante-Real, 7.077 en el Barcelona-Atlético. Ni siquiera sumados llenarían el estadio salmantino, cuya capacidad supera ligeramente los 17.000.

En marzo de 2019, el choque liguero entre Atlético y Barcelona congregó a 60.739 fans en el Wanda Metropolitano. ¿Qué fue del boom del llamado fútbol femenino?

¿Qué fue de toda esa hinchada que batió el récord de asistencia a un partido femenino entre equipos?

Se da por descontado que una parte era pasajera u ocasional. Rojiblancas y azulgrana se jugaban el título de liga y eso siempre es buen reclamo. El choque, además, había sido ampliamente publicitado y el Atlético, en una decisión inteligente, había optado por que su equipo femenino jugase en el mismo escenario en el que lo hace el masculino.

Esa cifra no se ha repetido en lo que va de la presente campaña. Pero el duelo entre el Athletic de Bilbao y el Barcelona disputado el pasado 5 de enero congregó a algo más de 32.000 espectadores en San Mamés. Es un buen número. Probablemente, el que podríamos esperar en partidos entre los mejores equipos de la Primera Iberdrola, si los estadios donde juegan tuvieran semejante capacidad.

No es el caso del Barcelona. Desde esta temporada, las catalanas disputan sus partidos como local en el Estadio Johan Cruyff. Caben 6.000 espectadores, menos de la mitad de los que cabían en el viejo Mini Estadi, su casa hasta la pasada campaña.

Tampoco el del Atlético: se mudó el pasado septiembre al Centro Deportivo Wanda de Alcalá de Henares, que tiene 2.700 butacas. Ni el del Athletic, que habitualmente juega sus partidos de casa en Lezama, donde entran 3.250 espectadores. La Real Sociedad tampoco es una excepción: las instalaciones de Zubieta tienen capacidad para 2.500 gargantas.

Los números hablan. Y nos permiten concluir que las competiciones femeninas de fútbol están aún muy lejos de atraer la atención continuada del gran público. Tienen picos muy marcados en algunos grandes encuentros y, especialmente, cuando los medios de comunicación y los organizadores los publicitan lo suficiente.

No creo que haya sido el caso de esta primera Supercopa que, además, ha tenido otros factores en contra. La Federación española de fútbol (RFEF) decidió que las semifinales se disputaran en días laborables (miércoles y jueves), a las ocho de la tarde, y en Salamanca, una ciudad cuyo equipo femenino milita en Primera Nacional, la tercera categoría de las competiciones femeninas.

Los partidos coincidieron, además, con los cuartos de final de la Copa del Rey masculina, un torneo organizado también por la RFEF y absolutamente consolidado entre la hinchada futbolera.

La espectacular semifinal entre el Atlético y el Barcelona se empezó a jugar cuando, a poco más de 200 kilómetros de distancia, el Real Madrid intentaba infructuosamente sobrevivir en el torneo del KO frente a la Real Sociedad. Minutos después de que las azulgrana doblegaran a las rojiblancas, el Barcelona saltaba al verde de San Mamés en busca de un pase a semifinales que no logró.

Presencialmente o por televisión, los competidores con los que tuvo que luchar eran demasiado potentes.

Mañana, la final entre Barcelona y Real Sociedad se retransmitirá en abierto por Teledeporte. Se disputará a las 12 del mediodía y sólo coincidirá con el Espanyol-Mallorca de LaLiga.

El duelo promete ser de lo más interesante. Se miden el vigente campeón de Copa y el subcampeón de la Liga de Campeones y líder aventajado de la Primera Iberdrola. ¿Demostrará la hinchada que el fútbol femenino es un deporte en constante alza? Eso está por ver.

* Ph foto: FC Barcelona

Cuando ser invisible no hace gracia

De las muchas polémicas que se generan diariamente en la hoguera de Twitter, esta semana me interesó especialmente la surgida a raíz de una fotografía en la que aparecían cuatro astros del fútbol con nombre y apellidos y una única estrella, casualmente sin identificar.

Sports Center, “el noticiero del deporte mundial” que se emite en la afamada ESPN, no supo o no quiso saber quién era la mujer que posaba junto a los azulgrana Lionel Messi, Frankie de Jong, Carles Puyol y Sergi Roberto el día en que el Barcelona inauguró el Estadio Johan Cruyff. Y sin ningún tipo de pudor, tuiteó la foto nombrando sólo a los futbolistas, como si Marta Torrejón no apareciera en la instantánea.

Así, a sus 29 años, a la capitana del Barcelona y de la selección española hasta el pasado Mundial le pasó lo que a muchas mujeres les sucede a partir de los 50: se convirtió en invisible.

Y eso que, de los cinco personajes que sonreían a la cámara, ella será la única que juegue en el estadio que se inauguraba, a partir de ahora la casa del Barcelona femenino, del Barça B y del Juvenil A. Puyol ya está retirado y Messi, De Jong y Sergi Roberto tienen el Camp Nou a su disposición.

A los colegas de Sports Center les dio igual ese detalle. O se les pasó por alto. Si no conocían a Marta Torrejón, no podían deducirlo. Y como tampoco hicieron su trabajo, averiguar quién era la mujer que, por algún motivo, aparecía en la fotografía, obviaron que allí había un quinteto.

Está muy mal. Pero mucho peor está que se invisibilice a una mujer, sea o no futbolista, de manera consciente. Como proclamó el escritor y filósofo francés George Steiner a principios del siglo XX, lo que no se nombra no existe.

Por eso, durante más de 20 años, las futbolistas -como muchas otras mujeres- no existieron a los ojos del gran público. No se las nombraba: no aparecían en los medios de comunicación, no tenían altavoces y, cuando figuraban en alguna publicación, a menudo eran objeto de mofa.

También por eso, recién en los últimos tiempos empiezan a existir: los medios comienzan a prestarles cierta atención -sucedió, especialmente, en el reciente Mundial de Francia-, les ponen nombre y apellidos, las ven, aunque Sports Center se olvidara de hacerlo con Torrejón.

No cometió el mismo error el Barcelona, que sí mencionó a su capitana en su cuenta de Twitter. No podía ser de otra manera. Tampoco diversos usuarios de esta red social, que enseguida repararon en la clamorosa ausencia y, al tiempo que la denunciaban, recordaban el currículum de Torrejón.

No es un dato menor: más allá de su condición de capitana, la catalana es la jugadora con más partidos internacionales en la historia de la selección española y ha conquistado cuatro Ligas (tres con el Barcelona y una con el Espanyol) y cinco Copas de la Reina (tres como blanquiazul y dos como azulgrana), un palmarés sin duda notable, que logró mientras se licenciaba como bióloga.

Hace unos días, además, Torrejón anunció su retirada de la selección y ésta le rindió tributo a través de las redes sociales y en su web. Su cara estaba reciente.

Si establecemos un paralelismo perverso con los hombres, ¿alguien podría imaginar que, en una foto similar, no identificaran a Iker Casillas, el jugador con más internacionalidades con La Roja y ganador de cinco Ligas y dos Copas de Rey con el Real Madrid? Huelga la respuesta.

Marta Torrejón fue diplomática y no se pronunció sobre el desliz. En su cuenta de Twitter, se limitó a retuitear la foto del Barcelona, que sí la identificaba. En Instagram, optó por una instantánea sobre el césped del nuevo estadio y calificó de “gran noche” el festejo que estrenó la nueva casa de las azulgrana.

Quizás no hubiera sobrado que alzara su voz. Otras jugadoras y algunos usuarios de Twitter hicieron la queja por ella y Sports Center acabó eliminando el tuit de su cuenta, sin pedir disculpas ni hacer ningún comentario al respecto.

Yo cierro con uno: ese sueño que muchas tuvimos cuando éramos niñas de poder hacernos invisibles para aparecer y desaparecer a nuestro antojo se torna en pesadilla cuando, ya adultas, luchamos por que se nos visibilice en áreas en las que los hombres nos convirtieron en invisibles al no nombrarnos.

*PH foto de portada: Pere Puntí (Mundo Deportivo)

*PH foto texto: FC Barcelona

Cruyff, el as en la manga del Barcelona femenino

A menos de una semana para la inauguración oficial del Estadio Johan Cruyff, me pregunto qué le parecería al genio holandés que la cancha que lleva su nombre vaya a ser conocida en el mundo gracias al Barcelona femenino.

Aunque allí también jugarán el Barça B y el Juvenil A masculinos, serán las mujeres las que popularizarán el estadio que homenajea al Profeta en sus partidos de la Liga de Campeones y en la cada vez más seguida Primera División femenina, la ahora denominada Primera Iberdrola.

Referente mundial del fútbol con independencia de género, la figura de Cruyff está ligada, sin embargo, al primer equipo masculino y a La Masia, famosa por alumbrar a grandes deportistas varones. Las niñas que asimismo se forman en el vivero azulgrana siguen pasando desapercibidas. Quizás en el futuro también eso cambie.

Desconozco si al Holandés Volador le interesaba el fútbol jugado por mujeres o si tenía alguna opinión formada al respecto. De las muchas frases que Cruyff dejó para los anales del fútbol, no recuerdo ninguna que se refiriera a las futbolistas. Tampoco la encuentro en ninguno de los muchos anecdotarios que recogen sus genialidades.

La mayoría, en realidad, son generalidades sobre el propio deporte, igual de válidas cuando lo juegan hombres que cuando lo hacen mujeres.

Como muestra, un botón: “Jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay”.

En el último lustro, el Barcelona femenino ha intentado abrazar esa máxima para escalar posiciones en el creciente mercado futbolístico de las mujeres. Y no le ha ido mal: dos Ligas (2013-14 y 2014-15), tres Copas de la Reina (2013-14 , 2016-17, 2017-18) y una -la primera en su historia- final de Champions, perdida este año ante el Olympique de Lyon.

Las azulgrana esperaban más en la competición doméstica. Pero el Atlético de Madrid también se profesionalizó en 2016 -el Barcelona lo hizo en 2015- y, en una serie fabulosa, encadenó las últimas tres Ligas, a las que sumó la Copa de la Reina de la temporada 2015-16.

Contar con una nueva cancha, más moderna y con vestuario propio, no garantiza mayor rendimiento ni mejores resultados. Pero no es descartable que, como hogar propio que será, se convierta en una nueva arma para las azulgrana. En cualquier caso, contribuye a reforzar la apuesta del Barcelona por su equipo femenino.

“Inauguramos un estadio donde la igualdad es ley”, asegura uno de los eslóganes con los que la entidad catalana publicita estos días el próximo estreno.

Es una buena declaración de intenciones, que deberá convertirse en realidad. En el Barcelona y en el mundo, la igualdad está aún lejos de ser ley para las futbolistas, que en el caso español siguen luchando por lograr un convenio colectivo que les garantice un sueldo mínimo. Sin él, la dedicación exclusiva es casi imposible, el amateurismo, la norma.

Por fortuna para ellas, muchas de las jugadoras azulgrana ya cobran ese mínimo exigible y algunas hasta lo superan con cierta holgura porque la profesionalización de la sección atrajo a patrocinadores justo en el momento en el que mercado femenino del fútbol empezaba a intuir un despegue que hoy es ya una realidad.

Tampoco sé qué pensaría de esto Cruyff, que en la década del 90 se quejó de lo mucho que, según él, el Barcelona pagaba a Jose Montero, una de las estrellas del equipo azulgrana de baloncesto.

Las malas lenguas decían que al holandés le molestaba profundamente que el club invirtiera en secciones que atraían mucho menos público que su Dream Team.

Pero ésa, precisamente, fue una de las características que siempre distinguió al club azulgrana, el carácter polideportivo, que aumentó su leyenda y medio salvó temporadas cuando las vacas flacas imperaban en el fútbol (masculino).

Pensar que Cruyff renegaría hoy por el dinero que el Barcelona invierte en el equipo femenino y, por tanto, no va al masculino es una especulación sin mayor fundamento. Como lo es también el creer que El Profeta se adaptaría a los nuevos tiempos, seguiría el ejemplo de otros ilustres y contribuiría con su autorizada voz a luchar por que las mujeres puedan jugar al fútbol en igualdad de condiciones.

Pero prefiero quedarme con esto último, si se trata de especular. Y convertir al femenino otra de las célebres frases del genio, que aplica perfectamente a lo que sucederá el 8 de septiembre cuando las azulgrana estrenen la nueva liga y el Estadio Johan Cruyff ante el Tacón: “Cuando salgáis al campo mirad la grada y pensad que todo eso lo han hecho para vosotras. Así que salid al campo y disfrutad”.

*PH foto de portada: Germán Parga/FC Barcelona