Lo bueno y lo malo del regreso de las mujeres iraníes a una cancha

El pasado jueves se vio una imagen insólita en Irán: miles de mujeres accedieron al Estadio Azhadi de Teherán para presenciar el partido que enfrentó a la selección masculina de su país con Camboya por la fase de clasificación para el Mundial de fútbol de 2022. Fue una pequeña gran conquista. Hacía casi cuatro décadas que las mujeres locales no podían hacer algo así.

Y resultó conmovedor ver el júbilo con el que las 3.500 afortunadas aguardaron el ingreso a la cancha; su emoción cuando pudieron sentarse en la grada; y el entusiasmo con el que jalearon a su equipo y reivindicaron su derecho a participar de eventos deportivos masculinos.

No era para menos: llevaban años esperando ese momento y luchando por un derecho que se les cercenó en el ya lejano 1981 y siguen sin recuperar.

El paso dado el jueves fue simbólico, pero no definitivo. Sin ir más lejos, ese mismo día, miles de mujeres más se quedaron sin poder vivir la experiencia de sus compañeras de lucha. La Federación iraní de fútbol limitó a 3.500 los boletos disponibles para ellas sin ningún tipo de justificación. El Estadio Azhadi tiene capacidad para 78.000 personas.

Y sus gradas aparecieron prácticamente vacías, mientras las mujeres fueron enjauladas en un sector acotado por vallas y fuertemente vigilado. A su alrededor apenas había hinchas masculinos. Sólo policías, futbolistas y fotógrafos.

Las fotógrafas que quisieron cubrir el regreso de las mujeres a la cancha no pudieron hacerlo: se les negó la acreditación.

La FIFA, además de no lograr evitar este veto, tampoco consiguió que la prohibición a las mujeres se levantara definitivamente. Los partidos de la liga doméstica quedaron fuera de este cambio, que sólo afectará a los choques internacionales que se disputen en Irán.

“Hoy esperamos más que nunca un futuro en el que todas las chicas y mujeres que quieran asistir a partidos de fútbol en Irán puedan hacerlo en un entorno seguro”, señaló Gianni Infantino en un comunicado emitido tras el duelo del pasado jueves.

“La Historia nos enseña que el progreso llega por etapas y éste es sólo el inicio del camino”, añadió el presidente del organismo que rige el fútbol mundial en su escrito.

La FIFA había sido largamente criticada por no haber tomado medidas sancionadoras contra Irán, pese a que su veto a las mujeres conculca los derechos más fundamentales.

Sigue sin hacerlo. Pero la ola de protestas generada tras la muerte de Sahar Khabazi (Khodayari, en la transcripción inglesa del árabe) la hizo reaccionar y exigir cambios a la Federación iraní.

Conocida popularmente como La chica azul, Khabazi había pasado algunos días en prisión el pasado marzo por intentar presenciar un partido masculino de fútbol disfrazada de hombre. Murió en septiembre cuando supo que podía ser encarcelada de nuevo y decidió evitarlo quemándose a lo bonzo.

Cualquier intento de reinvindicar su memoria en el Estadio Azhadi fue reprimido y sofocado por los reponsables de la seguridad.

“Una parte de mí está feliz, pero en esencia han creado un muro”, afirmó Maryam Shojaei tras el partido del jueves. “Esto no es lo que pedíamos. No todas las mujeres pueden ir al estadio y sentarse libremente con sus hermanos, padres o maridos”.

Shojaei es hermana del capitán de la selección iraní, Masoud Shojaei, y una de las activistas que, desde el extranjero, más ha alzado la voz para reivindicar los derechos de las mujeres de su país.

Tras la abultada victoria ante Camboya (14-0), su hermano lideró el aplauso de agradecimiento que los componentes de la selección iraní le dedicaron a las mujeres allí presentes. Fue un lindo gesto. De las autoridades, ellas y nosotros esperamos mucho más.

  • PH fotos: Abedin Taherkenareh/EPA

Mabel Velarde, la ecuatoriana que encara el fútbol con mirada de género

Las mujeres ecuatorianas dieron un importante paso en su historia con el fútbol al cerrar el pasado fin de semana el primer campeonato profesional disputado en su país. Se denomina Superliga femenina y se lo adjudicó el Deportivo Cuenca tras superar al Club Ñañas por 2-0 en la final del torneo, que se juega con sistema de playoff.

El resultado fue lógico: el Deportivo Cuenca es, de los 22 participantes de la liga, el conjunto que cuenta con más jugadoras con contrato profesional. Son 13, ocho más que las cinco que exige la Conmebol (la Confederación Sudamericana de Fútbol) en la normativa que estableció este año para promover el fútbol entre las mujeres.

La cosa es así: si los equipos masculinos quieren disputar la Copa Libertadores, los clubs deben tener, al menos, un equipo mayor femenino y otro sub-16. Si no, quedan privados de la licencia para participar en el equivalente sudamericano de la Liga de Campeones europea.

Como ningún club quiere dejar de estar en la Libertadores, la fórmula está surtiendo efecto. La amenaza, ya se sabe, suple la falta de convencimiento.

“Esto es un paso, pero en Ecuador aún no existe una estructura de fútbol femenino para que las jugadoras tengan los mismos derechos y se reconozca económicamente su trabajo”, me cuenta Mabel Velarde, una de las pioneras del fútbol ecuatoriano, que antes de caminar hacia la profesionalización había celebrado cinco torneos femeninos amateurs.

Las jugadoras profesionales tienen en el país sudamericano salarios que fluctúan entre los 150 y los 700 dólares por mes, 800 al sumo si se añade la afiliación al seguro social. Las amateurs, que son la mayoría, perciben entre 30 y 100 dólares mensuales. Muchas juegan sin cobrar y también eso se pone por contrato.

“Estamos ganando terreno y estamos peleando por nuestros derechos y visibilizándonos cada vez más, pero es importante conocer las necesidades del fútbol femenino y tener personas altamente capacitadas”, añade Velarde, que disputó la recién concluida Superliga femenina con el Universidad Católica.

“En Ecuador no hay apoyo a la mujer en el deporte; la cultura es muy machista”, continúa la mediocampista, internacional con su selección en el Mundial de 2015 en Canadá.

Un ejemplo que ilustra sus palabras: en la web del Deportivo Cuenca, no aparece el equipo femenino ni siquiera ahora que se ha proclamado campeón. Los masculinos están todos.

Haber sido mundialista es sólo uno de los muchos logros de la menuda y expresiva Velarde, quien con 17 años se convirtió en la primera ecuatoriana en lograr una beca para estudiar y jugar al fútbol en Estados Unidos.

Allí permaneció cuatro años y jugó para la Lee University (Tennesse), la SE Missouri State y en San Diego. Cuando las estrecheces económicas la obligaron a emigrar de nuevo, ya había aprendido buena parte de lo que, desde entonces, intenta aplicar en Ecuador.

No es fácil. Ni siquiera para alguien como ella, que jugó también en Boca Júniors (Argentina) antes de que una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda la  obligara a parar durante un buen tiempo. Tenía 21 años y repetía lesión. Con 15, ya se había quebrado el de la rodilla derecha.

“Fueron momentos duros, pero también enriquecedores; generaron mucha paciencia y disciplina”, recuerda Velarde casi diez años después de aquella grave lesión.

Con paciencia y disciplina se sacó también el título de entrenadora y empezó a involucrarse en cuestiones de liderazgo que, en su caso, es una cualidad innata. Resultó más que evidente durante esa etapa en la que jugó con hombres en el Cuniburo, fundó la academia de fútbol que lleva su nombre y dirigió al Quito FC.

“Después me puse a jugar de vuelta porque me convocaron para el Mundial”, dice entre risas, “y fue una de las mejores experiencias de mi vida”. “Jugar en estadios llenos, pasar controles antidoping… Me llamaron la atención esos test hormonales y de sangre para ver si éramos mujeres…”, rememora.

Ese tipo de pruebas, que también se dan en el atletismo y probablemente en otros deportes, evidencian las barreras que aún hoy tenemos que franquear las mujeres en el deporte. Y perpetúan por la vía científica los gritos de «machona y marimacha» con los que aún hoy se intenta descalificar a las mujeres que osan hacer suyos terrenos tradicionalmente masculinos.

Por suerte, cada vez son más las que dan el paso. Y menos los que se atreven a usar esos términos tan peyorativos.

A Velarde, como a tantas otras, la llamaron así muchas veces. Pero eso nunca la hizo echarse atrás. Al contrario. Tras la experiencia mundialista dio un paso más en su carrera como entrenadora y se graduó con una tesis sobre cómo integrar la cuestión de género y la sexualidad en la formación de los futuros futbolistas, hombres y mujeres. Son temas tabú, incluso en los países más avanzados en estos ámbitos.

Pero la mediocampista del Universidad Católica es persistente. Y las experiencias que fue acumulando como preparadora la reafirmaron en su convicción de la necesidad de una formación integral y específica para las niñas y adolescentes que quieren practicar deporte.

“Cuando trabajas con ellas, te das cuenta de que no conocen su cuerpo, de que se asustan por cosas que son absolutamente naturales. Y los entrenadores hombres, en general, tampoco saben manejarse con situaciones que afectan específicamente a las mujeres”, explica Velarde, que también viajó por toda Sudamérica para comprobar el “paupérrimo estado del fútbol formativo femenino hasta 2018”.

De ahí, el festival de fútbol que, con la ayuda de la entrenadora alemana Martina Voss-Tecklenburg, montó en 2016 en Quito para 145 niñas. Y su interés por “fusionar el deporte y el arte corporal y fomentar el autoconocimiento para poder desarrollar sesiones de entrenamiento más específico, que ayude a prevenir lesiones también a través de una alimentación consciente”.

“Con el festival, quería masificar y visibilizar el fútbol femenino desde las bases”, cuenta Velarde, que en 2017 trabajó en Boston como entrenadora asistente durante un intenso mes.

La experiencia le abrió muchas puertas. Entre ellas, las de la Juventus, que la contrató como coordinadora del programa de niños y niñas de 5 a 18 años que el club italiano tiene en Buenos Aires. Ese mismo año, también participó del campamento que organiza la ahora archiconocida y premiada Megan Rapinoe en Nueva York para que las niñas sigan avanzando en un deporte que en su país practican en el colegio.

“Formé parte del staff y eso me permitió observar y aprender mucho”, dice la mediocampista ecuatoriana sobre la experiencia que vivió junto a la mejor futbolista del reciente Mundial de Francia, doble campeona mundial y ganadora también este año del premio The Best que otorga la FIFA.

Velarde regresó a su país con todo ese bagaje en la mochila y ahora, desde su fundación, aporta algunos de los contenidos académicos que sustentarán las licencias Conmebol que la Federación de su país otorgará para fútbol femenino y fútbol mixto.

“Se necesita más apoyo y que los clubes inviertan más recursos en las formativas de mujeres porque existe un retraso motor comparado a los hombres”, asevera la internacional ecuatoriana de 30 años.

“Es necesario educar a los entrenadores y a los dirigentes para comprender las necesidades de una deportista mujer”, prosigue, mientras ultima los preparativos del primer seminario internacional de fútbol femenino y equidad de género.

Es el último proyecto lanzado desde su fundación, se celebrará en Quito del 18 al 22 de noviembre y contará con profesionales tan relevantes como Carolina Morace, ex futbolista y gerente deportiva del AC Milán, Nicola Williams, ex seleccionadora de Australia, Marisa Sánchez, ex preparadora de la selección mexicana y la estrella española Vero Boquete, entre otras.

Allí hablarán de innovación en gestión deportiva, en táctica, en preparación física y en fisiología y ciclo menstrual de la mujer y de muchos aspectos más, semanas después de que la capital de Ecuador acoja también la Copa Libertadores femenina.

“Traer a Quito la Libertadores es un gran avance para el país y debería servir para romper estigmas sociales y culturales respecto a las mujeres”, concluye Velarde sobre el torneo que 16 equipos sudamericanos disputarán del 11 al 27 de octubre.

Con mujeres rompedoras como ella, todo parece más fácil y más cercano.

* Fotos cedidas por Mabel Velarde

Insuficiente respuesta de la FIFA a la vulneración de los derechos de las mujeres en Irán

“Las mujeres tienen que tener acceso a los estadios de fútbol en Irán”, proclamó este jueves el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en un desconcertante comunicado publicado en la web del organismo que rige el fútbol mundial.

“Nuestra postura es clara y firme”, añadió el mandatario en un intento de mostrar firmeza frente a una cuestión que ha evidenciado el doble rasero moral con el que se maneja la poderosa entidad que preside.

Fracasó en su propósito. Los cuatro párrafos de la nota en absoluto aclaran si la FIFA está dispuesta a hacer algo más que declaraciones para que las mujeres iraníes puedan, efectivamente, presenciar partidos de fútbol (masculino) en su país.

Infantino no aporta ni un solo elemento que permita pensar que eso será así. Más bien al contrario.

“Tengo esperanza en que la Federación y las autoridades iraníes sean receptivas a nuestros repetidos llamados a que reconduzcan esta inaceptable situación”, señaló el presidente de la FIFA en su exposición.

Corrección política para alimentar una ilusión que no parece tener otro sustento que lo que representantes de la FIFA están observando estos días en Irán. Si hay datos que apunten a un verdadero cambio, no han trascendido.

Los emisarios de la FIFA fueron enviados al Golfo Pérsico después de que la muerte de Sahar Khabazi (Khodayari, en la transcripción inglesa del árabe) desatara días atrás una ola de indignación entre futbolistas, clubes e hinchas de todo el mundo.

Más conocida como La chica azul, Khabazi se inmoló antes de que concluyera un proceso que, el pasado marzo, la mantuvo varios días en prisión por quebrantar la ley -no escrita- que en Irán prohíbe el acceso de las mujeres a espectáculos deportivos masculinos.

Irán es el único país del planeta que conserva esta abominable prohibición y, en el caso de Khabazi, el quebranto es cuestionable: la joven, de 29 años, fue detenida cuando intentaba acceder a la cancha del Esteghlal disfrazada de hombre. Ni siquiera pudo presenciar el choque que enfrentaba al equipo del que era fan con el Persépolis de Teherán.

A inicios de este mes, cuando acudió al juzgado para seguir el estado de su caso y supo que podría ser encarcelada de nuevo, decidió quemarse a lo bonzo. Falleció pocos días después.

Su trágica muerte sacudió la opinión pública y futbolistas como Kosovare Asllani apuntaron directamente a la FIFA.

“FIFA, es hora de actuar y no de quedarse callado. Necesitamos ayudar a las mujeres de Irán a luchar contra la segregación de género. ¡Se trata de derechos humanos!”, afirmó la capitana de la selección sueca, ahora en el C.D. Tacón.

Entonces, el organismo que preside Infantino se limitó a “lamentar la tragedia”, enviar sus condolencias a la familia de Khabazi y hacer un llamamiento a las autoridades iraníes “para asegurar la libertad y la seguridad de todas las mujeres implicadas en esta legítima lucha para acabar con la prohibición de que las mujeres entren a los estadios en Irán”.

No anunció, como le solicitan desde hace años grupos activistas y pro Derechos Humanos, sanciones a la Federación y selección iraníes si no ponen fin de una vez por todas al veto.

Y siguió sin hacerlo en el comunicado de este jueves, que en su último párrafo hasta se mostró comprensible con las excusas con las que las autoridades de aquel país han justificado su inacción.

“Estamos trabajando en las infraestructuras necesarias para permitir el acceso de las mujeres a los estadios”. “No tenemos problema en que las mujeres acudan a las canchas si el ambiente es adecuado… Pero con un lenguaje tan soez y tanta violencia entre los aficionados, no es aconsejable”, han argumentado los dirigentes políticos y federativos de Irán.

“Entendemos que son necesarios ciertos pasos y procesos antes de que esto (el acceso de las mujeres a los estadios) se pueda hacer de una manera adecuada y segura, pero ahora es el momento para cambiar las cosas y la FIFA espera una evolución positiva ya en el próximo partido de Irán como local en octubre”, señaló Infantino en su escrito.

La selección iraní recibirá a Camboya el próximo 10 de octubre en Teherán en el segundo duelo del Grupo C de la ronda clasificatoria para el Mundial de Catar 2022. Y a estas alturas, no hay ninguna certeza de que las mujeres iraníes que lo deseen puedan acudir a la cancha.

Y si lo hacen, como sugieren la FIFA y las autoridades del país situado en el Golfo Pérsico que sucederá, habrá que ver en qué condiciones y por cuánto tiempo.

Irán ya ha protagonizado varios montajes para acallar las críticas y eludir las sanciones que, según los estatutos de la FIFA, deberían serle impuestas. Su código prohíbe cualquier tipo de discriminación, incluida la de género.

Y sin embargo, el mismo organismo que aprovecha cualquier ocasión para publicitar su supuesta lucha para que el fútbol se abra definitivamente a las mujeres permite desde hace años que el único país del mundo que las aparta por ley participe en sus competiciones.

Es, además, de incoherente, incomprensible e inaceptable.

*PH fotos: Fifa.com y @openstadiums Twitter

‘La chica azul’ pone a la FIFA contra las cuerdas

Este miércoles echó a rodar la Liga de Campeones femenina y miles de mujeres europeas vivieron en la cancha la emoción de una competición que levanta pasiones.

La próxima semana arranca la Champions masculina y muchas estarán también en los estadios, en un acto de normalidad que aún hoy no es posible en todos los países del orbe.

No lo es, por ejemplo, en Irán, donde el pasado 6 de septiembre, según algunas versiones, el 9, según otras, Sahar Khabazi (Khodayari, en la transcripción inglesa del árabe) perdió la vida tras inmolarse a causa de un proceso iniciado el pasado marzo, cuando intentó presenciar un partido de la liga masculina de fútbol disfrazada de hombre.

Sólo como hombre podría haber accedido a la cancha del Esteghlal, el club de Teherán al que hasta entonces seguía en la obligada distancia.

Por desgracia, su disfraz no fue lo suficientemente convincente como para burlar a los guardianes de las supuestas esencias femeninas y, con un pie ya en el estadio, Khabazi fue arrestada por haber infringido la ley que impide la entrada de mujeres a espectáculos deportivos masculinos.

La joven, de 29 años, fue liberada días después de su detención. Pero cuando el pasado 1 de septiembre acudió al juzgado a recuperar su móvil y seguir el estado de su caso, supo que podía ser encarcelada de nuevo. Khabazi decidió abortar esa posibilidad: se quemó a lo bonzo a la salida de la corte. Falleció días después con el 90 por ciento de su cuerpo calcinado.

Según recoge el diario iraní Rokna, su hermana señaló en una entrevista que Sahar, que supuestamente había intentado suicidarse con anterioridad, sufría un trastorno bipolar que podría haberse agravado durante su estancia en la prisión de Garchak.

Sea como fuere, el fondo de la cuestión no varía. La trágica muerte de ‘La chica azul’ -así apodada porque de azul viste el Esteghlal– ha puesto el foco sobre la imperiosa necesidad de acabar de una vez por todas con una prohibición que atenta contra los derechos fundamentales de las mujeres.

La norma en cuestión data de 1980, es única en el mundo y de manera no escrita prohíbe la entrada de las mujeres a los recintos donde se disputan competiciones masculinas. La instauraron los sectores políticos y religiosos más conservadores de Irán poco después de que el país se convirtiera en una república islámica.

Y sigue en vigor, pese a las crecientes voces a favor de su derogación y a que las mujeres sí pueden asistir a los partidos de casa de la selección femenina de fútbol, que están vetados para los hombres.

Las protestas llegaron estos días de todas partes. En Irán, el capitán de la selección masculina de fútbol, Masoud Shojaei, conmocionado por la muerte de Khabazi, atribuyó la prohibición a un “pensamiento podrido y desagradable del pasado”.

“De la misma manera que a nosotros nos sorprenden las viejas limitaciones establecidas para las mujeres, las generaciones futuras se asombrarán al descubrir que a las mujeres se les prohibió ingresar a los estadios deportivos en nuestro tiempo”, escribió Shojaei en Instagram.

“El origen de tales limitaciones es el pensamiento podrido y desagradable del pasado y será incomprensible para la próxima generación”, agregó bajo una foto de una vela sobre fondo negro.

El capitán iraní secundó así a su hermana Maryam, que en los últimos años aprovechó los partidos que el equipo Melli disputó fuera de su país para hacer campaña a favor de la entrada de las mujeres a los estadios.

Como fundadora de My Fundamental Right (Mi Derecho Fundamental) y con su pasaporte canadiense, Maryam Shojaei viajó al Mundial masculino de Rusia 2018 para denunciar la situación e instar a la FIFA a que sancionase a la Federación iraní de fútbol expulsándola de todas sus competiciones si no había cambios inmediatos. No le hicieron caso. Pero ella no ha dejado de insistir.

No es la única en la batalla. La da también un grupo de activistas iraníes que buscan acabar con la discriminación bajo el nombre de Open Stadiums (Estadios abiertos).

“Si la humillación, la detención y la prisión no eran suficiente para la FIFA para tomar cartas en el asunto, ahora una de nosotras se autoinmoló para demostrar que las mujeres iraníes también quieren ver fútbol”, tuiteó el lunes esta organización.

El organismo rector del fútbol mundial se limitó hasta ahora a las palabras. Y a participar de la representación urdida por las autoridades iraníes para hacer creer que las cosas estaban cambiando.

En noviembre de 2018, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, fue invitado a un partido en Teherán al que también asistieron cientos de mujeres iraníes con la autorización de los dirigentes locales. Para Infantino, aquello fue “una señal trascendental de progreso”. Para Maryam Shojaei, un montaje. Para Human Rights Watch, una farsa.

“Sin garantías para que las mujeres pudieran comprar boletos y al sentarse con mujeres colocadas para que las viera, Infantino formó parte de una farsa. Fue una traición terrible para las mujeres iraníes que le han suplicado por escrito durante años que tome medidas al respecto”, afirmó Minky Worden, directora de iniciativas globales de esta organización pro Derechos Humanos.

La FIFA, en cualquier caso, siguió sin intervenir de manera contundente.

Y cuando el pasado 6 de junio, un día antes de la inauguración del Mundial femenino de Francia 2019, varias mujeres fueron detenidas por intentar asistir a un amistoso entre Irán y Siria, Infantino no pasó de expresar su alarma a través de una carta dirigida al presidente de la Federación iraní.

En la misiva, a la que tuvo acceso el Centro para los Derechos Humanos en Irán con base en Nueva York, Infantino también pedía que, a más tardar el 15 de julio, le detallaran los “pasos concretos” que se iban a dar para garantizar que las mujeres iraníes pudieran asistir a los partidos clasificatorios de su selección para el próximo Mundial masculino, el de Catar 2022.

El 15 de julio quedó atrás. E Irán inició su andadura pre mundialista frente a Hong Kong unos días después de la muerte de Khabazi. No consta, sin embargo, ninguna respuesta de la Federación iraní a la FIFA, más allá de una vacua declaración del ministro de Deportes del país situado en el Golfo Pérsico: “Estamos trabajando en las infraestructuras necesarias para permitir el acceso de las mujeres a los estadios”.

Pregunta retórica: ¿Qué infraestructuras pueden necesitar las mujeres que no necesiten los hombres para acceder a una cancha de fútbol?

Interpelada desde varios frentes, la poderosa organización que preside Infantino acabó lamentando la muerte de La chica azul en un comunicado en el que también conminó a las autoridades iraníes a acabar con la ignominiosa prohibición.

“Estamos al corriente de la tragedia y la lamentamos profundamente. Enviamos nuestras condolencias a la familia y amigos de Sahar y reiteramos nuestros llamamientos a las autoridades iraníes para asegurar la libertad y la seguridad de todas las mujeres implicadas en esta legítima lucha para acabar con la prohibición de que las mujeres entren a los estadios en Irán”, señaló la FIFA en su nota.

En su cuenta de Twitter, sin embargo, no hizo ni una sola mención a la trágica y lamentable desaparición de la joven activista. Un día antes, sí había retuiteado las condolencias de la Concacaf por la muerte del arquero de la selección de Curazao Jairzinho Pieter.

Futbolistas, periodistas y diversas personalidades iraníes, clubes de todo el mundo -el Barcelona y la Roma, entre ellos- y organizaciones internacionales pro Derechos Humanos  sí mostraron su repulsa a través de las redes sociales.

“Tengo una plataforma y nunca he tenido miedo de alzar mi voz cuando es necesario. Esto es una tragedia y no puede continuar. FIFA, es hora de actuar y no de quedarse callado. Necesitamos ayudar a las mujeres de Irán a luchar contra la segregación de género. ¡Se trata de derechos humanos!”, clamó Kosovare Asllani, la capitana de la selección sueca y flamante fichaje del C.D. Tacón, en Twitter bajo el hashtag #SaharKhodayari.

La secundaron algunas de sus compañeras de selección, otras futbolistas, mujeres y hombres de todo el mundo. En España, numerosos clubes de la Segunda División y de categorías inferiores tiñeron de azul sus escudos en homenaje a La chica azul, pidieron guardar un minuto de silencio antes de sus partidos de este fin de semana e incluso invitaron a sus hinchas a que acudan a la cancha vestidos de azul.

La FIFA comienza a quedarse sin margen para no ir más allá en su reacción. Su discurso en pro de la igualdad de género en el fútbol que tanto publicitó durante el reciente Mundial femenino caerá en saco roto si no toma medidas contundentes de manera inmediata.

¿Dará un paso adelante o mantendrá su injustificable postura para preservar sus intereses económicos y sus equilibrios políticos?

Miles de mujeres en Irán quieren asistir a los partidos de clasificación para el Mundial de Catar que su selección disputará en octubre como local. Y si eso no es posible, ellas y medio mundo esperan que la todopoderosa organización cumpla con el artículo 4 de su propio reglamento, que dice así: “Está estrictamente prohibida y es sancionable con suspensión o expulsión cualquier discriminación contra un país, una persona o un grupo de gente a causa de su raza, color de piel, etnia, origen social o GÉNERO”, entre un largo etcétera.

  • Fotos sacadas de Twitter