Liga femenina de fútbol: convenio laboral histórico, situación paradójica

Costó 502 días y 29 reuniones. Pero, al fin, las futbolistas de la liga española lograron su convenio laboral. Para las mujeres, es el primero en la historia de este deporte en todo el mundo. El dato habla por sí solo.

Y sería absurdo pensar que no es un paso adelante. Lo es. Aunque tenga algunos peros. Y llegue en medio de una paradoja: la creciente dificultad para ver partidos femeninos por televisión.

La guerra por los derechos televisivos que antes afectó a la liga masculina se ha desatado también en la competición femenina en cuanto ésta ha olido a negocio.

Eso es lo que realmente mueve a algunos estamentos, clubes y, por supuesto, empresas audiovisuales. Para ellos, contribuir a la igualdad en el deporte y a que las mujeres sean tratadas como profesionales es un objetivo menor.

Aun así, no dejemos que los negociantes nos jodan la fiesta. A partir de esta semana y con efecto retroactivo hasta el 1 de julio de 2019, las futbolistas de la Primera Iberdrola contarán con unas condiciones laborales que las sitúan en el camino de la plena profesionalidad.

“El convenio es sólo la primera piedra de un proyecto próspero para el fútbol femenino”, afirmó Ainhoa Tirapu, jugadora del Athletic Club y portavoz de las futbolistas en este conflicto.

“El convenio es fruto del coraje, la humildad y valentía de jugadoras”, destacó David Aganzo, presidente de Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato mayoritario.

El documento firmado tras el intento fallido de enero asegura un salario mínimo de 16.000 euros a las futbolistas que trabajen a jornada completa. Y un 75 por ciento de esa cantidad, es decir, 12.000 euros, a las que lo hacen de manera parcial. Estas últimas ganan un 25 por ciento más de lo que percibían hasta ahora.

Estas cifras, que algunos clubes calificaron de inasumibles meses atrás, se convirtieron  en asumibles cuando Mediapro garantizó 100.000 euros anuales a 11 de los 16 clubes que componen la Primera Iberdrola.

La productora compró con ese dinero (1,1 millones anuales) los derechos televisivos de esos clubes para la liga y la Copa de la Reina, así como la publicidad estática de sus canchas. Sigue sin poseer los de Barcelona, Athletic Club, Tacón y Madrid C.F.F. El Sevilla negocia los suyos por su cuenta.

Así se explica que este fin de semana, por ejemplo, la hinchada no pueda ver por televisión los duelos que disputan algunos de los mejores equipos de la liga (Logroño vs Barcelona, Betis vs Athletic Club hoy y Levante vs Tacón y Madrid C.F.F vs Atlético mañana), cuando ésta encara su recta final.

Es un absurdo que sólo explican los intereses económicos de quienes manejan el dinero. Mediapro intenta presionar a los clubes que van por libre para que acaben subiéndose a su carro. Y no le importa si, en esa batalla, perjudica la visibilidad de liga femenina y a los fans.

¿Es un contrasentido? Parece. El interés por la competición femenina aumentó tras el pasado Mundial de Francia porque los fans pudieron ver los partidos por televisión. Los televidentes revalorizaron el producto. Y eso benefició a quienes habían invertido previamente para venderlo durante el torneo.

Sucede que, sin papel ni voz en ellas, las mujeres son también víctimas de las guerras intestinas del fútbol español. La que libran LaLiga y la Federación Española de Fútbol (RFEF) es infinita y ha salpicado la negociación de este histórico convenio.

La Federación ha acabado por no pintar nada en el acuerdo final, después de haber irrumpido en diciembre en la negociación para intentar desencallarla con más dinero.

Frente a los 100.000 finalmente acordados, el organismo presidido por Luis Rubiales ofreció 600.000 euros anuales a los clubes de la Primera Iberdrola y, con cantidades menores, propuso incluir en el acuerdo a los equipos de la Reto Iberdrola, la segunda división. A cambio, la RFEF vendería la liga femenina en las plataformas audiovisuales de su elección.

Sin apenas razonar los motivos, ni los clubes ni los sindicatos de futbolistas (AFE y Futbolistas ON) se decantaron por la propuesta de la Federación, aparentemente más ventajosa.

La firmada, primero sin focos y después con toda la pompa en el Congreso de los Diputados, establece también una jornada laboral de 35 horas semanales sin contar las concentraciones ni los desplazamientos. Además, reconoce un descanso semanal mínimo de un día y medio continuado.

Respecto a la maternidad, uno de los caballos de batalla del conflicto, el acuerdo garantiza ayudas a las futbolistas que sean madre durante su carrera, así como la renovación automática por sus clubes si se quedan embarazadas.

En un contexto aún generalizado de penalización del embarazo y de la maternidad, éste es un avance que debería extrapolarse a otras disciplinas deportivas.

Como las trabajadoras de otros ámbitos, las futbolistas tendrán a partir de ahora 30 días de vacaciones, 21 de ellos consecutivos. Y, entre el 23 de diciembre y el 3 de enero, no habrá competición.

El convenio también contempla la cobertura del 100 por cien del salario de las futbolistas en caso de baja por enfermedad o de incapacidad temporal por lesión.

Sobre los derechos de imagen que tantos ingresos reportan a algunos de sus colegas masculinos, el acuerdo da libertad a los clubes para regularlos, si bien establece que, si son explotados, deberán compensar económicamente a las jugadoras.

“El deporte es una vía de integración social, de desarrollo de relaciones humanas y es especialmente efectivo para la plena inclusión. El impulso a las mujeres es fundamental para la cohesión social y la cultura porque la brecha entre mujeres y hombres se mantiene en toda su expresión en el deporte”, destacó la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, sobre este convenio “de carácter pionero”.

“Es una celebración y un paso adelante en materia de igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Queremos una sociedad educada en la igualdad porque queda mucho por hacer”, añadió la dirigente política.

Coincido. ¿Alguien imagina que no se retransmitieran los partidos de los mejores equipos de la liga masculina? Ni una fecha duraría el boicot-presión.

* Ph foto: Congreso de los Diputados

La primera Supercopa femenina, una buena noticia en un mal contexto

Que Barcelona y Real Sociedad disputen mañana la final de la primera Supercopa femenina en la historia del fútbol español es una buena noticia que celebro.

Pendiente aún del prometido y postergado primer convenio laboral, la competición femenina gana un torneo con un formato que gusta a los fans: la final a cuatro. Es el que se usa, por ejemplo, en la Copa del Rey de baloncesto con éxito rotundo. Un puñado de partidos concentrados en pocos días entre los mejores equipos.

Lo son Barcelona y Real Sociedad y también Atlético de Madrid y Levante, los otros dos protagonistas de las semifinales. El Atlético, vigente campeón de la Liga y subcampeón de la Copa de la Reina, cayó ante las azulgrana (3-2). El Levante, poseedor de seis Copas de la Reina, sucumbió ante las vascas (1-0), últimas ganadoras del trofeo real.

Hasta ahí, todo bien. El pero viene cuando nos fijamos en el número de espectadores que acudieron al Helmántico de Salamanca para presenciar estos encuentros: 3.244 en el Levante-Real, 7.077 en el Barcelona-Atlético. Ni siquiera sumados llenarían el estadio salmantino, cuya capacidad supera ligeramente los 17.000.

En marzo de 2019, el choque liguero entre Atlético y Barcelona congregó a 60.739 fans en el Wanda Metropolitano. ¿Qué fue del boom del llamado fútbol femenino?

¿Qué fue de toda esa hinchada que batió el récord de asistencia a un partido femenino entre equipos?

Se da por descontado que una parte era pasajera u ocasional. Rojiblancas y azulgrana se jugaban el título de liga y eso siempre es buen reclamo. El choque, además, había sido ampliamente publicitado y el Atlético, en una decisión inteligente, había optado por que su equipo femenino jugase en el mismo escenario en el que lo hace el masculino.

Esa cifra no se ha repetido en lo que va de la presente campaña. Pero el duelo entre el Athletic de Bilbao y el Barcelona disputado el pasado 5 de enero congregó a algo más de 32.000 espectadores en San Mamés. Es un buen número. Probablemente, el que podríamos esperar en partidos entre los mejores equipos de la Primera Iberdrola, si los estadios donde juegan tuvieran semejante capacidad.

No es el caso del Barcelona. Desde esta temporada, las catalanas disputan sus partidos como local en el Estadio Johan Cruyff. Caben 6.000 espectadores, menos de la mitad de los que cabían en el viejo Mini Estadi, su casa hasta la pasada campaña.

Tampoco el del Atlético: se mudó el pasado septiembre al Centro Deportivo Wanda de Alcalá de Henares, que tiene 2.700 butacas. Ni el del Athletic, que habitualmente juega sus partidos de casa en Lezama, donde entran 3.250 espectadores. La Real Sociedad tampoco es una excepción: las instalaciones de Zubieta tienen capacidad para 2.500 gargantas.

Los números hablan. Y nos permiten concluir que las competiciones femeninas de fútbol están aún muy lejos de atraer la atención continuada del gran público. Tienen picos muy marcados en algunos grandes encuentros y, especialmente, cuando los medios de comunicación y los organizadores los publicitan lo suficiente.

No creo que haya sido el caso de esta primera Supercopa que, además, ha tenido otros factores en contra. La Federación española de fútbol (RFEF) decidió que las semifinales se disputaran en días laborables (miércoles y jueves), a las ocho de la tarde, y en Salamanca, una ciudad cuyo equipo femenino milita en Primera Nacional, la tercera categoría de las competiciones femeninas.

Los partidos coincidieron, además, con los cuartos de final de la Copa del Rey masculina, un torneo organizado también por la RFEF y absolutamente consolidado entre la hinchada futbolera.

La espectacular semifinal entre el Atlético y el Barcelona se empezó a jugar cuando, a poco más de 200 kilómetros de distancia, el Real Madrid intentaba infructuosamente sobrevivir en el torneo del KO frente a la Real Sociedad. Minutos después de que las azulgrana doblegaran a las rojiblancas, el Barcelona saltaba al verde de San Mamés en busca de un pase a semifinales que no logró.

Presencialmente o por televisión, los competidores con los que tuvo que luchar eran demasiado potentes.

Mañana, la final entre Barcelona y Real Sociedad se retransmitirá en abierto por Teledeporte. Se disputará a las 12 del mediodía y sólo coincidirá con el Espanyol-Mallorca de LaLiga.

El duelo promete ser de lo más interesante. Se miden el vigente campeón de Copa y el subcampeón de la Liga de Campeones y líder aventajado de la Primera Iberdrola. ¿Demostrará la hinchada que el fútbol femenino es un deporte en constante alza? Eso está por ver.

* Ph foto: FC Barcelona

Las futbolistas de la liga española estrenan 2020 sin convenio colectivo ni visibilidad

Sin convenio colectivo ni visibilidad. Ayer, el día en el que Atlético de Madrid y Barcelona disputaron el clásico de la liga femenina de fútbol, las jugadoras midieron sus fuerzas sin la protección del prometido convenio laboral y sin una sola cadena de televisión que retransmitiera el choque, el más esperado de la temporada.

¿En dónde quedó aquello de caminar hacia la igualdad? ¿En el cajón de los intereses económicos de quienes manejan los hilos del negocio del fútbol?

En cuestión de días, todo lo que aparentemente se había avanzado en 2019 en la lucha de las futbolistas por tener unas condiciones de trabajo dignas ha quedado en el limbo, sin que nadie se haya dignado a aclarar por qué.

“Este lunes habíamos sido convocadas en Madrid para vivir un día histórico, pero nos hemos encontrado incertidumbre. No sabemos qué pasa, es la realidad”, lamentó la futbolista del Athletic de Bilbao Ainhoa Tirapu el pasado lunes.

“Pasa el tiempo y se pierden derechos laborales, algo que no nos podemos permitir. Nos sentimos ninguneadas. No queremos llegar a ese punto, a la huelga, pero esto no se puede alargar más”, añadió en un rueda de prensa que estaba prevista con otro fin.

Ese día, 20 de enero, las representantes de las futbolistas de la Primera Iberdrola deberían haber festejado la firma de un convenio laboral que apenas tiene precedentes en el deporte español -el baloncesto lo tuvo durante un tiempo y enseguida quedó sin efecto- ni en el europeo.

Después de 13 meses de negociación, con una breve huelga de por medio, los diferentes actores habían acordado los términos del documento a finales del pasado diciembre y se habían emplazado al 15 de enero para rubricarlo definitivamente.

Para paliar las dificultades económicas esgrimidas por algunos clubes para oponerse al acuerdo, la Federación española de fútbol (RFEF) se había comprometido a incluir a los equipos femeninos en el Programa Élite. Eso permitiría que los conjuntos de la Primera Iberdrola recibieran 500.000 euros anuales y los de la Liga Reto, la segunda división, 100.000.

Llegó el 15 y, sin que quedara claro el motivo, la firma se trasladó al 20. Supuestamente, la rúbrica debía estamparse en un acto por todo lo alto y no habían tenido tiempo suficiente para preparar tanta pompa…

Cinco días después, el lunes pasado, todo parecía listo. Protagonistas, medios de comunicación e hinchas esperaban la foto de la histórica firma. Pero ésta demoraba. Y demoraba. Y cuando llegó el anuncio, lo que se comunicó fue un nuevo aplazamiento sine die del esperado acuerdo.

“Tras los comunicados emitidos por la ACFF y la RFEF, esperábamos que este 20 de enero fuera un día histórico con la firma del convenio colectivo, un día importante para la igualdad, pero no ha podido ser”, afirmó David Aganzo, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato mayoritario.

“Todos nos preguntamos, ¿por qué?”, prosiguió.

La RFEF enmudeció. No dedicó ni uno solo de sus ocho tuits de ese día al fiasco de la firma. Habló de designaciones arbitrales, de fútbol sala y hasta de un curso de formación de porteros… Quizás necesitaba más tiempo para pensar qué iba a decir.

Pero no. Al día siguiente, ni emitió un comunicado ni tuvo a bien pronunciarse sobre el asunto en ninguna de las  26 ocasiones en las que tuiteó.

Es, sin embargo, la misma Federación que para llevar la Supercopa (masculina) de España a Arabia Saudita esgrimió como argumento de peso el avance que ese partido iba a representar para la libertad de las mujeres de aquel país.

La Primera Iberdrola, como acostumbra, tampoco abrió la boca al respecto. En una postura de lo más extraña y cuestionable, los organizadores del torneo de la principal liga femenina invisibilizan sistemáticamente la lucha de las futbolistas y todo lo que tiene que ver con ella como si la cosa no fuera con ellos.

No son los únicos. Lo mismo hicieron la mayoría de clubes, incluidos Barcelona y Real Madrid. Ambos fueron señalados por diversos medios de comunicación como los responsables de que no se hubiera firmado el convenio. Según estas informaciones, la entidad blanca -que la próxima temporada absorberá definitivamente al Tacón- y la azulgrana pretendían retransmitir todos los partidos de sus equipos a través de sus plataformas. Mediapro, que posee los derechos de televisión de la mayoría de clubes pero no los de Barcelona, Tacón, Athletic y Madrid CFF, se habría opuesto.

La productora se comprometió a pagar 1,5 millones euros por retransmitir en su canal tres encuentros por fecha de la Primera Iberdrola y tiene cierta lógica que no quiera que algunos de los grandes equipos ofrezcan gratuitamente el mismo producto en sus medios y redes.

En este caso, sin embargo, sus intereses económicos parecen incompatibles con la promoción de un deporte que cotiza al alza entre las mujeres y el público en general pero que sigue necesitando apoyos y visibilidad.

No se puede decir que la tiene cuando el partido más esperado de la temporada no se ofrece por ningún canal y sólo llega a quienes acuden a la cancha.

Pudiendo retransmitirlo, ya que posee los derechos del Atlético de Madrid, Mediapro decidió no hacerlo.

“Por decisión de Mediapro, que gestiona los derechos del equipo local, el gran partido del fútbol femenino estatal no será emitido por ningún medio audiovisual”, se limitó a decir el Barcelona en su web en la nota previa al gran duelo frente al Atlético.

Días antes, Mediapro había presumido en sus redes sociales de ser la productora responsable del anuncio televisivo que ilustra la campaña T’ho estàs perdent (Te lo estás perdiendo) para promocionar el deporte femenino y su consumo en medios.

“Lamentamos esta decisión que no comprendemos. Mediapro tiene los derechos para retransmitir el partido y, si no lo hace, lo hace en perjuicio no sólo de la afición y de los  clubes, sino [también] del fútbol femenino y del espectador, que cada vez más busca este tipo de contenido”, agregó María Teixidor, la directiva del Barcelona responsable del equipo femenino, en declaraciones a los medios del club azulgrana.

Nada dijo, en cambio, sobre el convenio que otras fuentes azulgranas negaron, de manera extra oficial, haber torpedeado. Según estas fuentes, el Barcelona no exigió retransmitir todos los partidos de su equipo como condición para firmar el acuerdo.

Sea como fuere, lo único claro casi una semana después es que las principales perjudicadas siguen siendo las futbolistas que, con razón, se sienten engañadas y ninguneadas.

“Queremos explicaciones. Las futbolistas seguimos unidas; hemos puesto todo de nuestra parte, de ahí que se paralizara la huelga, pero ahora nos preguntamos: ¿qué más debemos hacer para que se firme el convenio colectivo?”, apuntó la jugadora del Betis Priscila Borja.

“Sentimos que no se nos está tomando en serio. A nosotras nos da igual cómo se llegue a un acuerdo definitivo, lo que queremos es tener garantizados nuestros derechos laborales. Se nos escapa qué pasa, no lo entendemos después de los comunicados que se emitieron en días pasados”, continuó Ainhoa Tirapu, antes de apuntar la posibilidad de convocar una nueva huelga.

Este fin de semana jugaron, clásico incluido, aunque pasara desapercibido. Las circunstancias, sin embargo, parecen pedir a gritos que las futbolistas vuelvan a parar.

  • PH foto: AFE

El primer convenio femenino del fútbol, a una firma de hacer historia

Sólo falta la firma y está prevista para el próximo 15 de enero.  Entonces, las futbolistas de la Primera Iberdrola podrán festejar la entrada en vigor del primer convenio laboral en la historia de la liga femenina española.

Será un paso gigantesco en la lucha por la igualdad de géneros en el deporte. Y dadas las fechas, una tentación calificarlo de regalo de Reyes retrasado. Sería un error.

Retrasado llega, de eso no hay duda. Pero de regalo no tiene nada este convenio colectivo que  las futbolistas llevan meses y meses batallando dentro y fuera de la cancha.

Más de un año y 29 reuniones acumula ya la negociación que este viernes, sobre la hora del plazo establecido, concluyó con un preacuerdo entre sindicatos y patronal, discretamente publicitado.

De manera sorprendente, la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato mayoritario también entre las mujeres, comunicó la buena nueva ayer con un único tuit fijado en su perfil. No emitió ni un solo mensaje más al respecto en su timeline.

«Firmado el preacuerdo para del primer convenio colectivo para el fútbol femenino de Primera División», dice, de manera aséptica, el mensaje de la AFE que precede al comunicado donde se detallan los puntos acordados.

El tuit, que incluye una foto de David Aganzo, presidente del sindicato, sellando el preacuerdo, tenía hasta la hora de publicar esta nota 212 «me gusta» y apenas 80 retuits. Sólo cinco de ellos eran de futbolistas de la Primera Iberdrola. Y ninguna se contaba entre las estrellas del campeonato. Ningún compañero futbolista tuvo a bien tampoco hacerse eco.

«Feliz de que por fin se sienten las bases para que las futbolistas tengan reconocidos sus derechos laborales después de 14 meses. Convenio histórico. Felicidades y gracias por el compromiso, valentía y unidad», señaló Aganzo en su perfil de Twitter sin mayor euforia.

No deja de ser resultar curiosa tan escasa repercusión pública para un logro tan largamente perseguido. ¿Será que aún existen dudas sobre la materialización del convenio que debería rubricarse a mediados de enero?

No sería la primera vez que un preacuerdo se rompe de camino al acuerdo definitivo… Confiemos en que no sea así esta vez y en que la reserva responda, simplemente, a la prudencia y a la intención de celebrarlo cuando se convierta en realidad.

Entonces, las futbolistas tendrán garantizados un salario mínimo, un horario de trabajo regulado y 30 días de vacaciones pagadas, entre otros aspectos.

Según el comunicado emitido por la AFE, el sueldo mínimo anual para una futbolista a tiempo completo será de 16.000 euros brutos. Las que lo sean a tiempo parcial cobrarán, al menos, un 75 por ciento de esa cantidad, es decir, 12.000 euros brutos.

Este último era uno de los puntos que habían impedido el acuerdo en reuniones anteriores. Los clubes aseguraban que muchos de ellos no podrían asumir semejantes cantidades sin ir a la bancarrota.

La mediación de la Dirección General de Trabajo, tras la huelga convocada y secundada por las jugadoras los pasados 16 y 17 de noviembre, contribuyó a que la patronal cediera en este aspecto.

Otro de los motivos de desacuerdo, el de la maternidad, se ha resuelto con la renovación automática por un año si la futbolista está en su último año de contrato.

La jornada laboral de las jugadoras será de 35 horas semanales y sus vacaciones pagadas, de 30 días. De ellos, al menos 21 deberán ser consecutivos, como el descanso semanal mínimo, que será de un día y medio.

Las futbolistas percibirán el cien por cien de su salario en caso de incapacidad temporal (lesiones, por ejemplo) y serán indemnizadas con 90.000 euros en caso de invalidez  y con 60.000 por muerte.

El convenio, que recoge otros aspectos, tendrá vigencia desde el pasado 1 de julio hasta el 30 de junio de 2020. Después, se renovará temporada tras temporada en su totalidad si ninguna de las partes lo denuncia con tres meses de antelación.

Los derechos garantizados por el documento suponen un tremendo avance para un deporte que, tres años atrás, apenas tenía visibilidad en España. El boom experimentado en este tiempo con la llegada de patrocinadores y también de éxitos -la selección española femenina sub-17 se proclamó campeona del mundo en 2018 y en el reciente Mundial absoluto de Francia avanzó por primera vez en su historia hasta los octavos de final- han contribuido de manera decisiva a que un deporte con tan escasa tradición acaricie una conquista casi inédita.

En España, sólo el baloncesto contó con un convenio colectivo similar. Se firmó en 2008 y recogió aspectos parecidos. Pero ya no está vigente: cuando llegó el momento de renovarlo, la patronal de los clubes ya no existía como asociación y su prolongación no fue posible.

Pese a que el baloncesto es un deporte con mucha más tradición en España y mucho más exitoso que el fútbol -la selección española femenina conquistó siete medallas en los últimos siete años, entre ellas una plata olímpica y otra mundial- , no ha conseguido aún volver a tener uno nuevo.

Así las cosas, y salvo retroceso, el fútbol se convertirá en el único deporte de equipo que reconocerá a sus jugadoras como profesionales con derechos garantizados a través de un convenio laboral.

* PH foto: Noelia Román

La histórica huelga de las futbolistas españolas arranca invisibilizada por patronal y Federación

La huelga indefinida de las futbolistas de la liga española ya está en marcha. La historia del deporte mundial añade a partir de hoy un capítulo inédito en lo que a mujeres y fútbol respecta. Lo protagonizan las jugadoras de los clubes españoles que han decidido parar para reivindicar un convenio laboral que garantice sueldos mínimos y condiciones de trabajo dignas.

Su apuesta es decidida, necesaria y arriesgada. Pero si usted quiere saber más sobre sus motivos, no busque en la cuenta de Twitter de la Primera Iberdrola ni en la de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF): no hay ni un solo tuit propio que informe de lo que está sucediendo.

¿Increíble, verdad? Pues es cierto. Tan cierto como surrealista: por no informar, los organizadores del campeonato español ni siquiera informan de manera oficial de que la novena fecha de su torneo no se disputará debido a la huelga por la igualdad.

¿Alguien puede entender semejante vacío?  Yo soy incapaz.

Desde el 6 de noviembre, en la cuenta de la RFEF no hay ni una sola referencia al paro que, supuestamente, la propia Federación intentó evitar con una propuesta no aceptada por los clubes. “La RFEF asumirá parte del salario de las jugadoras para que los clubes puedan pagarles al menos 16.000 euros de salario mínimo”, explicó el rector del fútbol español ese día.

Junto al titular, un comunicado detallaba las condiciones para que el ente federativo aportase los 1,2 millones de euros que, a su entender, podrían resolver el problema.

Desde ese día y en los diez que han transcurrido desde entonces, la Federación tuiteó sobre la Segunda B masculina, los árbitros, el VAR, la selección masculina, la retirada de David Villa y, por supuesto, la flamante nueva Supercopa masculina que se disputará en Arabia Saudí… ¿Sobre la huelga de las futbolistas que ha traspasado fronteras? Ni un solo tuit más.

Publicitó, eso sí, la presencia del presidente de la Federación, Luis Rubiales, en la gala de presentación del área de fútbol femenino de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana, el 8 de noviembre.

Y destacó las palabras del propio Rubiales al anunciar el polémico acuerdo con Arabia Saudí como sede de la próxima Supercopa masculina: “Vamos a ir encantados a colaborar con la Federación de Arabia Saudí. Las mujeres y hombres acudirán al estadio en plena igualdad. En un momento de internacionalización de nuestro fútbol, únicamente la Supercopa puede salir de nuestras fronteras”.

La Federación olvidó resaltar, en cambio, que fue incapaz de incluir  la Supercopa femenina en ese pacto que, según dicen, llevará la igualdad a Arabia Saudí. Era uno de los proyectos de la RFEF para potenciar la profesionalización de las futbolistas. Pero se quedará en el tintero.

Seguro que fue un descuido del -o de la- community manager que lleva la cuenta de la Federación española. Quizá sea el -la- mismo/a que se ocupa del Twitter de la Primera Iberdrola: los días se suceden en su timeline sin una sola referencia propia a la huelga sin precedentes que hará que sus partidos no se disputen por un tiempo indefinido.

“La casa del fútbol femenino español”, como se autodefine, se limita a retuitear el tuit en el que el Barcelona comunicó su postura respecto al paro que también secundan sus jugadoras; y el que escribió el Espanyol para confirmar la no disputa de su partido de hoy frente al Granadilla Tenerife porque las jugadoras de ambos equipos decidieron “acogerse a su derecho a huelga”.

Como la RFEF, la Primera Iberdrola, que dice “apoyar los sueños de miles de jugadoras”, crea una suerte de realidad paralela al omitir una circunstancia crucial para su campeonato y aparentar una normalidad que no es tal y que los clubes, en general, también han pretendido simular.

¿Imagina usted el revuelo que se suscitaría si los futbolistas de la liga española se declararan en huelga y la LaLiga, la propia Federación y los clubes ocultaran ese hecho en sus canales de comunicación?

Los problemas no desaparecen por no hablar de ellos. A menudo, crecen y se enquistan.

Quizá -y ojalá- no suceda en este caso. Porque la huelga por la igualdad ha tenido otros altavoces. Las futbolistas han sido las primeras en explicar sus motivos a través de sus redes sociales.

“Si no generan no pueden pedir. Lo más oído cuando pedimos un MÍNIMO DE DERECHOS y estos creo que se tienen sí o sí! Y si es por la parte del dinero, no conozco empresa que se haya construido/mejorado sin una inversión inicial (=crédito) y mucho menos sabiendo si funcionaría o no”, reivindicó hoy Andrea Pereira en Twitter.

La defensa del Barcelona es sólo una de las diversas jugadoras que se han pronunciado sobre la cuestión en los últimos meses. Antes de decidir parar el campeonato, las futbolistas y sus representantes se reunieron en 18 ocasiones con la patronal de los clubes para intentar lograr un convenio laboral, de momento, inexistente.

En más de un año de negociaciones, lograron algunos avances, pero no que se las reconozca como profesionales al cien por cien y que, en consecuencia, se les pague como tales. Hoy en día, las futbolistas de la primera división española ni siquiera tienen garantizado el salario mínimo que rige en el país (casi 1.000 euros).

La Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato mayoritario de los y las futbolistas en España, también le ha dado amplia difusión.

El seguimiento de los medios de comunicación ha sido generalizado, lo cual no quiere decir que algunos no hayan relativizado su importancia.

Por poner sólo un ejemplo, el informativo de TV3 -la televisión catalana- abrió este mediodía su sección de Deportes con los entrenamientos de clasificación del Mundial de Motociclismo, cuyos campeones ya se conocen desde hace días. Apenas después, informaron de manera bastante breve y un poco confusa del paro indefinido de la liga femenina de fútbol. Y eso, probablemente, porque no hay jornada del campeonato masculino a causa de las selecciones. Dudo mucho que la huelga femenina hubiese ocupado el segundo lugar si hubiera habido partidos de LaLiga.

La duración y evolución del paro, que no tiene precedentes conocidos en campeonatos femeninos, marcarán su repercusión y sus logros.

En torneos masculinos, las huelgas siempre alcanzaron nuevas conquistas. En ocasiones, necesitaron meses y la intervención de peces gordos para ello. Fue el caso de la Liga estadounidense de béisbol (MLB), cuando en 1994 el entonces presidente del país, Bill Clinton, tuvo que intervenir para que jugadores y patronos se sentaran a negociar un acuerdo después de 232 días de paro.

Otras veces, el conflicto se solucionó casi a las primeras de cambio. Así fue en 2011, cuando Luis Rubiales encabezaba la AFE y llamó a la huelga en la dos primeras fechas de la Liga para lograr que los clubes saldasen los 50 millones de euros que adeudaban a 200 futbolistas. Éstos pararon en la primera jornada y ya no necesitaron hacerlo en la segunda. En plena crisis económica, los clubes se avinieron a un acuerdo en cuestión de horas.

Parece harto improbable que ahora, en el pleno ascenso del llamado fútbol femenino y con muchos intereses en juego, las futbolistas vayan a tener la misma suerte. Pero como soñar es gratis y, además, la Primera Iberdrola apoya los sueños de miles de jugadoras, quién sabe.

Para más información de la huelga y detalles del convenio laboral que se persigue, visite este enlace: https://lasocialdeportiva.com/un-paro-indefinido-para-empezar-a-poner-las-cosas-en-su-sitio-y-ser-reconocidas-como-futbolistas-profesionales/

  • PH foto: Espanyol Femení

¿Un espectáculo que no interesa a nadie?

Casi 78.000 espectadores acudieron ayer al icónico Estadio de Wembley para presenciar el choque entre Inglaterra y Alemania. Jugaban las selecciones femeninas de fútbol. Medían sus fuerzas en un amistoso. Y en Londres llovía y hacía frío.

A unos kilómetros de distancia, y unas horas antes, el Chelsea había batido al Crystal Palace en Stamford Brigde en duelo por la duodécima fecha de la Premier League. Y el Tottenham, en su cancha, empataba con el Sheffield United. Los dirigidos por Maurcio Pochettino, de hecho, aún confiaban en hacerse con la victoria cuando las Lionesses pusieron el balón en juego.

Otros partidos de la Premier se disputaban al tiempo que el Inglaterra-Alemania de las mujeres. Aun así, 77.768 personas optaron por Wembley. Batieron el récord de asistencia a un partido de las Lionesses  y se acercaron al establecido para un partido femenino en el Reino Unido: los 80.023 espectadores que presenciaron el triunfo de Estados Unidos ante Japón en la final de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Convendremos en que la cifra no está mal para un espectáculo que, supuestamente, no interesa a nadie. En el Camp Nou, ayer, no había ni 70.000 almas para presenciar el interesante duelo entre el Barcelona y el Celta en la todopoderosa liga española. La masculina, claro.

Y es que los hechos y las cifras rebaten cada vez con más contundencia esa sentencia repetida durante años y que aún hoy oímos con relativa frecuencia.

“El fútbol femenino es una mentira. ¿Qué porcentaje de jugadoras de Primera llegan desde el córner a la portería? No tienen fuerza”, afirmó hace tan sólo unos días José María García, un referente en España del periodismo deportivo más rancio.

A diferencia de lo que habría sucedido hace unos años, su estúpida declaración enseguida levantó polvareda y fue replicada desde diversos frentes.

Las futbolistas del Sporting de Gijón, de la Segunda División, lo hicieron de manera gráfica: con un video en el que se las veía lanzando córners y llegando sin ningún tipo de dificultad al arco. ‘El reto José María García’ lo llamaron.

“Pido perdón por no razonar mis comentarios, que sigo manteniendo. El fútbol femenino es mentira en su organización, pero lo acepto y admiro”, matizó García tras el aluvión de críticas.

Dudo y mucho de su admiración hacia el fútbol jugado por mujeres, pues demostró no haberlo visto en años. Le concedo que la organización es muy mejorable. Y aun así, es evidente que también en este aspecto hubo notables avances en los últimos años. Y que éstos han contribuido a que la hinchada se enganche a un espectáculo al alza, como se pudo ver en la Copa del Mundo disputada en Francia este verano.

El fútbol de las mujeres interesa cada vez a más gente.

Por volver a Inglaterra, el anterior choque entre Inglaterra y Alemania en tierras británicas, en noviembre de 2014, había sido seguido en directo por 45.619 espectadores. En cinco años, con igual o más competencia en lo que a espectáculos se refiere, los fans que presenciaron el mismo partido se incrementaron en más de 30.000.

El número habría sido probablemente mayor de no ser por el mal tiempo que hizo ayer en Londres: en octubre, la Federación inglesa declaró agotadas las 90.000 localidades disponibles en Wembley.

Había ganas de ver cómo la Inglaterra que avanzó hasta las semifinales en el Mundial de Francia y ahora se recompone con vistas a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y a la Eurocopa que albergará en 2021 se enfrentaba a una Alemania también en reconstrucción.

Las germanas, que llegaron hasta los cuartos de final en Francia 2019, se impusieron (2-1) como casi siempre. Ganaron 21 de los 26 partidos en los que se han enfrentado a Inglaterra, que sólo las doblegó en el duelo por el tercer puesto en el Mundial de 2015.

La derrota local, en cualquier caso, no pareció desalentar en exceso a la hinchada inglesa, que en siete días (16 y 17 de noviembre) vivirá el fin de semana del fútbol femenino.

Aprovechando la parada de la liga masculina a causa de los partidos de las selecciones, la Súper Liga femenina celebrará su fiesta ocupando otros cuatro grandes estadios ingleses (Anfield, el Tottenham Hotspur Stadium, el Falmer Stadium (Brighton) y el Madejski Stadium (Reading)) y con dos grandes choques: Manchester City vs West Ham y Chelsea vs Manchester United.

Inventora del fútbol, Inglaterra se ha relevado como uno de los países donde más ha crecido el interés por la práctica femenina en los últimos meses. Lo confirmó una encuesta realizada el pasado mes de octubre por YouGov, según la cual una tercera parte de la ciudadanía de Inglaterra se decía interesada en el fútbol jugado por mujeres y casi el 70 por ciento consideraba que debe tener el mismo trato que el jugado por hombres.

El estudio, complementado con datos de WSL Barclays, el principal patrocinador del campeonato femenino inglés, también arrojó otro dato de lo más interesante: el 28 por ciento de los fans que siguieron por televisión la Copa del Mundo se han convertido definitivamente en seguidores del fútbol femenino.

Además, el 46 por ciento se dijo sorprendido por la profesionalidad de los equipos y el 74 consideró que el fútbol jugado por mujeres está subestimado.

Eso, pese al crecimiento experimentado desde que responsables y patrocinadores decidieron apostar por lo que se ha revelado como una nueva vía de negocio y aumentar sustancialmente sus inversiones.

La de Barklays, que patrocinará la presente y las dos próximas temporadas, fue calificada de “multimillonaria” por la Federación inglesa de fútbol cuando anunció el acuerdo el pasado marzo. El diario británico The Guardian la cifró en más de 10 millones de libras, es decir, más de 11 millones de euros a repartir en tres campañas.

Sus efectos ya se han hecho notar, ayudados por el buen papel de Inglaterra en el Mundial de Francia: la petición y compra de entradas para los partidos de la Súper Liga femenina se duplicó desde el inicio del campeonato.

Y es que la fórmula no tiene ningún misterio: a mejores condiciones, mayor rendimiento y, cuanta más calidad, más interés. Como pasa con los hombres, vaya.

  • PH foto: Lionesses

¿Y si los futbolistas secundaran la huelga de sus compañeras y pararan también?

Pregunta: ¿necesitarían las futbolistas de la Primera División española ir a la huelga  convocada si sus compañeros de profesión las acompañaran en su lucha? Respuesta: no.

Así de claro. ¿O es que alguien se imagina que LaLiga que dirige Javier Tebas se permitiría un solo fin de semana sin los ingresos multimillonarios que obtiene de la venta de sus partidos dentro y fuera de la Península?

El respaldo solidario de los futbolistas, declarándose en huelga también, habría bastado para evitar que sus pares femeninas vayan a un paro indefinido que comenzará el fin de semana del 16 y 17 de noviembre, coincidiendo con la novena fecha de la Primera Iberdrola.

Como era de esperar, el acto de mediación de esta semana fue infructuoso. Los clubes que conforman la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF) no se movieron ni un ápice de sus posturas y las futbolistas, representadas por diversos sindicatos, tampoco.

Sus patronos les piden que se conformen con el 50 por ciento de una jornada laboral que ellas cumplen al cien por cien y que ya habían aceptado rebajar al 75 por ciento para hacer menos gravosa la subida salarial.

En cifras, los sindicatos que representan a las futbolistas exigen un salario mínimo anual de 12.000 euros. La ACFF ofrece 8.000, es decir, algo menos de 700 euros mensuales.

Algunos futbolistas en la Tercera División española cobran esa cifra. Y yo pregunto, emulando a quienes sostienen que la liga femenina no genera lo suficiente para satisfacer las peticiones de las futbolistas: ¿cuántos recursos generan los equipos de la Tercera masculina?

Salvo en ocasiones muy puntuales, sus partidos no se retransmiten por televisión, sus canchas no se llenan, el número de socios que tienen es más bien pequeño y sus patrocinadores son escasos. Pero nadie cuestiona que los futbolistas de Tercera tengan un convenio laboral, cobren por jugar cada fin de semana, tengan cobertura sanitaria y derecho a paro y a jubilación.

Eso, en cambio, se les niega a las futbolistas, que no sólo pelean por un salario digno -que no igual al de sus compañeros- sino también por un convenio que recoja estos derechos, así como 30 días de vacaciones, un protocolo de embarazo, maternidad y lactancia, otro de acoso sexual y cobertura sanitaria en caso de lesiones graves o de larga duración.

Animados por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el sindicato mayoritario, algunos futbolistas (Sergio García del Espanyol), ex jugadores (Xavi Hernández) y entrenadores (Abelardo Fernández) respaldaron a sus colegas femeninas a través de las redes sociales. No pasaron de ahí.

Parece que a nadie se le ocurrió -tampoco a la AFE– que las ligas masculinas también podrían secundar la huelga, parar sus competiciones y apoyar así la lucha por la igualdad de manera real.

Se me hace extraño. Si las periodistas decidiéramos ir a la huelga en busca de mejores condiciones laborales -cosa que, dicho sea de paso, deberíamos hacer-, ¿no nos secundarían nuestros colegas masculinos? Quiero pensar que sí. Por más que algunos cobren más que nosotras por hacer el mismo trabajo.

Lo contrario no sólo supondría una vergonzosa falta de solidaridad, sino también lanzar una piedra contra el tejado propio: todo recorte de derechos puede acabar afectándonos, seamos mujeres u hombres, en algún momento.

Pese a la huelga, las futbolistas seguirán entrenándose, jugando con sus selecciones y disputando la Liga de Campeones. El paro sólo afectará a la liga española. Y puede ser un duro golpe, ahora que la competición empezaba a cotizar al alza. Veremos.

La lucha, en cualquier caso, está más que justificada por más que algunos clubes puedan tener dificultades reales para cumplir con las exigencias de las futbolistas.

Buena parte del problema radica en que su patronal nunca tuvo verdadera voluntad -18 reuniones infructuosas en más de un año de negociaciones así lo demuestran- de encontrar una solución.

  • PH foto: Primera Iberdrola

Futbolistas españolas: un paro indefinido para empezar a poner las cosas en su sitio

Las futbolistas españolas anunciaron esta semana que van a la huelga. Salvo milagro de última hora que hoy no se vislumbra. Dijeron así basta a una situación que se prolonga desde que decidieron abrirse camino en un deporte que los hombres consideran suyo y por eso gobiernan a su antojo.

Algunos se sentirán ofendidos por esta generalización que, como toda generalización, es imprecisa e injusta. Lo siento. La realidad se empeña en demostrar que todavía son demasiados los hombres que siguen anclados ahí.

Hombres son la mayoría de los dirigentes que, después de 18 reuniones y meses de negociaciones, fueron incapaces de llegar a un acuerdo con las futbolistas para firmar un convenio colectivo que les garantice no sólo un sueldo digno sino, sobre todo, las garantías laborales que les corresponden como trabajadoras.

Mandan en las entidades que conforman la Asociación de clubes de fútbol femenino (ACFF) y sostienen que las exigencias de las jugadoras son demasiado elevadas, que los números no les cuadran.

Consideran fuera de lugar que las futbolistas se reclamen como tales a tiempo completo, exijan un salario mínimo de 20.000 euros anuales y plenas garantías de que podrán cobrar el paro o la jubilación que les corresponda también por los años que se dedicaron a jugar al fútbol.

Parecen, sin embargo, de acuerdo en que pidan 30 días de vacaciones, un protocolo de embarazo, maternidad y lactancia, otro de acoso sexual y cobertura sanitaria en caso de lesiones graves o de larga duración.

En un gesto de buena voluntad y, conscientes de que algunos clubes podrían tener dificultades para cubrir todas sus peticiones, las futbolistas renunciaron a reclamar el cien por cien de su jornada y lo dejaron en el 75 por ciento.

Eso fue lo que Asociación de futbolistas españoles (AFE), el sindicato mayoritario en el fútbol español, y otros sindicatos minoritarios trasladaron a la ACFF por última vez el pasado martes. La respuesta de la patronal fue meridiana: 16.000 euros de salario mínimo anual y el 50 por ciento de reconocimiento para su jornada laboral.

Es decir, que jugadoras que se entrenan todos los días, compiten el fin de semana y organizan su vida para cumplir con lo que exige el deporte de élite deberían regalar la mitad de su jornada y conformarse con la otra media porque los clubes consideran “inasumible” el 1.600.000 euros extra que, según sus cálculos, les supondría cumplir con lo que ellas reclaman.

Lo sufragarían entre todos los equipos de la Primera Iberdrola, que este año vendieron sus derechos audiovisuales de ésta y las dos próximas temporadas por nueve millones de euros a Mediapro. Pero aun así les pareció una barbaridad. Y no se movieron de su postura.

Las futbolistas, tampoco: anunciaron un paro indefinido que aprobó el 93 por ciento de las 180 jugadoras que el martes asistieron a la asamblea convocada por la AFE.

“Pedíamos un 75 por ciento de la jornada porque era lo justo y no podemos rebajar eso. Hay compañeras que llevan muchísimos años jugando y apenas han cotizado. Cuando se queden sin trabajo, no van a tener paro y se verán perjudicadas. Parece que hablamos de salario mínimo, pero esto va mucho más allá”, explicó este martes Ainhoa Tirapu, erigida en portavoz de las futbolistas.

“Nos cuidamos para ello. Cuando vamos a cenar pensamos que somos futbolistas y también cuando nos vamos pronto a la cama, cuando estamos preparadas día a día para entrenarnos mejor o cuando estamos disponibles para eventos y cosas de los clubes al margen de los entrenamientos”, continuó la capitana del Athletic Club.

Que Tirapu hablara en nombre de sus compañeras ilustró la unidad que existe entre las futbolistas. Ni el Athletic, ni el Barcelona ni el Tacón forman parte de la ACFF. Y algunas de sus futbolistas ya tienen garantizados los mínimos que el resto reclama. Igual apoyan su lucha.

“En el Barcelona la apuesta (por el equipo femenino) es firme y tenemos mejores condiciones, pero se trata de dignificar la profesión que queremos”, señaló Alexia Putellas, mediocampista del conjunto azulgrana.

La entidad catalana y el Atlético de Madrid fueron pioneros a la hora de profesionalizar a sus equipos femeninos y dotarlos de recursos y condiciones más acordes con la competición de élite: salarios, entrenadores, instalaciones, hoteles, viajes.  Comprobaron que la inversión tiene su retorno y que sí existe rentabilidad.

Hay dirigentes de otros clubs que también lo saben, pero lo niegan por razones que deberían explicar. Y hombres que ni lo saben ni lo quieren saber. Como ejemplo, el que se esconde tras el nombre de TodoPuedePasar en Twitter. Sin el más mínimo argumento, cuestionó la capacidad de las mujeres para jugar al fútbol al conocer sus reclamos para firmar el convenio.

“Toma y yo!! Las chicas quieren vivir del fútbol cuando ni si quiera llegan al larguero de la portería… Cualquier jugador de tercera les da mil vueltas y no cobra eso”, tuiteó, evidenciando que nunca en su vida vio un partido de la liga femenina.

Los jugadores (22) de L’Hospitalet, que milita en la Tercera española, cobrarán esta temporada unos 400.000 euros en su conjunto. Eche cuentas y verá si están o no dentro del convenio laboral que sí rige para los hombres.

Virginia Torrecilla, internacional española del Atlético de Madrid, replicó al iluminado tuitero a través de la misma red social: “Menos mal que el #ConveniofemeninoYa no pasa por personas como tú.. Luchamos por un MÍNIMO de condiciones! Y gente como esta nos hace más fuertes”.

Torrecilla es otra de las futbolistas que, más que por ella, lucha por sus compañeras y por las que las sucederán.

El conflicto no hace sino evidenciar que el supuesto apoyo generalizado a que las mujeres puedan jugar al fútbol en igualdad de condiciones que los hombres -lo cual no significa cobrando los mismos salarios- no es real. Como en muchos otros ámbitos, tras las declaraciones políticamente correctas, no hay ni una creencia en lo que se dice ni voluntad de cumplirlo. Sólo postureo.

Y no me refiero a David Aganzo, presidente de la AFE, que probablemente crea lo que dice: “Es una cuestión de igualdad y dignidad. En el siglo XXI, es momento de que tengan derechos y se las respete de una vez. Son compañeras de Primera División, muchas de ellas han jugado Mundiales donde a todos se nos llena la boca. Tienen que tener derechos como trabajadoras”.

Aganzo respaldó la huelga anunciada por las futbolistas a las que representa y sobre la que, curiosamente, sus ex compañeros de la Primera División masculina no se pronunciaron. No me consta ni una muestra pública de la solidaridad que alguna jugadora dijo haber recibido de algún par varón de manera privada.

Con o sin su apoyo, las futbolistas pararán en bloque y de manera indefinida, probablemente, a partir de la octava fecha de la Primera Iberdrola. Salvo que este próximo lunes el Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje (SIMA) obre el milagro y logre que los hombres que manejan el fútbol a su antojo entren en razón.

* PH foto: AFE

Lo bueno y lo malo del regreso de las mujeres iraníes a una cancha

El pasado jueves se vio una imagen insólita en Irán: miles de mujeres accedieron al Estadio Azhadi de Teherán para presenciar el partido que enfrentó a la selección masculina de su país con Camboya por la fase de clasificación para el Mundial de fútbol de 2022. Fue una pequeña gran conquista. Hacía casi cuatro décadas que las mujeres locales no podían hacer algo así.

Y resultó conmovedor ver el júbilo con el que las 3.500 afortunadas aguardaron el ingreso a la cancha; su emoción cuando pudieron sentarse en la grada; y el entusiasmo con el que jalearon a su equipo y reivindicaron su derecho a participar de eventos deportivos masculinos.

No era para menos: llevaban años esperando ese momento y luchando por un derecho que se les cercenó en el ya lejano 1981 y siguen sin recuperar.

El paso dado el jueves fue simbólico, pero no definitivo. Sin ir más lejos, ese mismo día, miles de mujeres más se quedaron sin poder vivir la experiencia de sus compañeras de lucha. La Federación iraní de fútbol limitó a 3.500 los boletos disponibles para ellas sin ningún tipo de justificación. El Estadio Azhadi tiene capacidad para 78.000 personas.

Y sus gradas aparecieron prácticamente vacías, mientras las mujeres fueron enjauladas en un sector acotado por vallas y fuertemente vigilado. A su alrededor apenas había hinchas masculinos. Sólo policías, futbolistas y fotógrafos.

Las fotógrafas que quisieron cubrir el regreso de las mujeres a la cancha no pudieron hacerlo: se les negó la acreditación.

La FIFA, además de no lograr evitar este veto, tampoco consiguió que la prohibición a las mujeres se levantara definitivamente. Los partidos de la liga doméstica quedaron fuera de este cambio, que sólo afectará a los choques internacionales que se disputen en Irán.

“Hoy esperamos más que nunca un futuro en el que todas las chicas y mujeres que quieran asistir a partidos de fútbol en Irán puedan hacerlo en un entorno seguro”, señaló Gianni Infantino en un comunicado emitido tras el duelo del pasado jueves.

“La Historia nos enseña que el progreso llega por etapas y éste es sólo el inicio del camino”, añadió el presidente del organismo que rige el fútbol mundial en su escrito.

La FIFA había sido largamente criticada por no haber tomado medidas sancionadoras contra Irán, pese a que su veto a las mujeres conculca los derechos más fundamentales.

Sigue sin hacerlo. Pero la ola de protestas generada tras la muerte de Sahar Khabazi (Khodayari, en la transcripción inglesa del árabe) la hizo reaccionar y exigir cambios a la Federación iraní.

Conocida popularmente como La chica azul, Khabazi había pasado algunos días en prisión el pasado marzo por intentar presenciar un partido masculino de fútbol disfrazada de hombre. Murió en septiembre cuando supo que podía ser encarcelada de nuevo y decidió evitarlo quemándose a lo bonzo.

Cualquier intento de reinvindicar su memoria en el Estadio Azhadi fue reprimido y sofocado por los reponsables de la seguridad.

“Una parte de mí está feliz, pero en esencia han creado un muro”, afirmó Maryam Shojaei tras el partido del jueves. “Esto no es lo que pedíamos. No todas las mujeres pueden ir al estadio y sentarse libremente con sus hermanos, padres o maridos”.

Shojaei es hermana del capitán de la selección iraní, Masoud Shojaei, y una de las activistas que, desde el extranjero, más ha alzado la voz para reivindicar los derechos de las mujeres de su país.

Tras la abultada victoria ante Camboya (14-0), su hermano lideró el aplauso de agradecimiento que los componentes de la selección iraní le dedicaron a las mujeres allí presentes. Fue un lindo gesto. De las autoridades, ellas y nosotros esperamos mucho más.

  • PH fotos: Abedin Taherkenareh/EPA

Mabel Velarde, la ecuatoriana que encara el fútbol con mirada de género

Las mujeres ecuatorianas dieron un importante paso en su historia con el fútbol al cerrar el pasado fin de semana el primer campeonato profesional disputado en su país. Se denomina Superliga femenina y se lo adjudicó el Deportivo Cuenca tras superar al Club Ñañas por 2-0 en la final del torneo, que se juega con sistema de playoff.

El resultado fue lógico: el Deportivo Cuenca es, de los 22 participantes de la liga, el conjunto que cuenta con más jugadoras con contrato profesional. Son 13, ocho más que las cinco que exige la Conmebol (la Confederación Sudamericana de Fútbol) en la normativa que estableció este año para promover el fútbol entre las mujeres.

La cosa es así: si los equipos masculinos quieren disputar la Copa Libertadores, los clubs deben tener, al menos, un equipo mayor femenino y otro sub-16. Si no, quedan privados de la licencia para participar en el equivalente sudamericano de la Liga de Campeones europea.

Como ningún club quiere dejar de estar en la Libertadores, la fórmula está surtiendo efecto. La amenaza, ya se sabe, suple la falta de convencimiento.

“Esto es un paso, pero en Ecuador aún no existe una estructura de fútbol femenino para que las jugadoras tengan los mismos derechos y se reconozca económicamente su trabajo”, me cuenta Mabel Velarde, una de las pioneras del fútbol ecuatoriano, que antes de caminar hacia la profesionalización había celebrado cinco torneos femeninos amateurs.

Las jugadoras profesionales tienen en el país sudamericano salarios que fluctúan entre los 150 y los 700 dólares por mes, 800 al sumo si se añade la afiliación al seguro social. Las amateurs, que son la mayoría, perciben entre 30 y 100 dólares mensuales. Muchas juegan sin cobrar y también eso se pone por contrato.

“Estamos ganando terreno y estamos peleando por nuestros derechos y visibilizándonos cada vez más, pero es importante conocer las necesidades del fútbol femenino y tener personas altamente capacitadas”, añade Velarde, que disputó la recién concluida Superliga femenina con el Universidad Católica.

“En Ecuador no hay apoyo a la mujer en el deporte; la cultura es muy machista”, continúa la mediocampista, internacional con su selección en el Mundial de 2015 en Canadá.

Un ejemplo que ilustra sus palabras: en la web del Deportivo Cuenca, no aparece el equipo femenino ni siquiera ahora que se ha proclamado campeón. Los masculinos están todos.

Haber sido mundialista es sólo uno de los muchos logros de la menuda y expresiva Velarde, quien con 17 años se convirtió en la primera ecuatoriana en lograr una beca para estudiar y jugar al fútbol en Estados Unidos.

Allí permaneció cuatro años y jugó para la Lee University (Tennesse), la SE Missouri State y en San Diego. Cuando las estrecheces económicas la obligaron a emigrar de nuevo, ya había aprendido buena parte de lo que, desde entonces, intenta aplicar en Ecuador.

No es fácil. Ni siquiera para alguien como ella, que jugó también en Boca Júniors (Argentina) antes de que una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda la  obligara a parar durante un buen tiempo. Tenía 21 años y repetía lesión. Con 15, ya se había quebrado el de la rodilla derecha.

“Fueron momentos duros, pero también enriquecedores; generaron mucha paciencia y disciplina”, recuerda Velarde casi diez años después de aquella grave lesión.

Con paciencia y disciplina se sacó también el título de entrenadora y empezó a involucrarse en cuestiones de liderazgo que, en su caso, es una cualidad innata. Resultó más que evidente durante esa etapa en la que jugó con hombres en el Cuniburo, fundó la academia de fútbol que lleva su nombre y dirigió al Quito FC.

“Después me puse a jugar de vuelta porque me convocaron para el Mundial”, dice entre risas, “y fue una de las mejores experiencias de mi vida”. “Jugar en estadios llenos, pasar controles antidoping… Me llamaron la atención esos test hormonales y de sangre para ver si éramos mujeres…”, rememora.

Ese tipo de pruebas, que también se dan en el atletismo y probablemente en otros deportes, evidencian las barreras que aún hoy tenemos que franquear las mujeres en el deporte. Y perpetúan por la vía científica los gritos de «machona y marimacha» con los que aún hoy se intenta descalificar a las mujeres que osan hacer suyos terrenos tradicionalmente masculinos.

Por suerte, cada vez son más las que dan el paso. Y menos los que se atreven a usar esos términos tan peyorativos.

A Velarde, como a tantas otras, la llamaron así muchas veces. Pero eso nunca la hizo echarse atrás. Al contrario. Tras la experiencia mundialista dio un paso más en su carrera como entrenadora y se graduó con una tesis sobre cómo integrar la cuestión de género y la sexualidad en la formación de los futuros futbolistas, hombres y mujeres. Son temas tabú, incluso en los países más avanzados en estos ámbitos.

Pero la mediocampista del Universidad Católica es persistente. Y las experiencias que fue acumulando como preparadora la reafirmaron en su convicción de la necesidad de una formación integral y específica para las niñas y adolescentes que quieren practicar deporte.

“Cuando trabajas con ellas, te das cuenta de que no conocen su cuerpo, de que se asustan por cosas que son absolutamente naturales. Y los entrenadores hombres, en general, tampoco saben manejarse con situaciones que afectan específicamente a las mujeres”, explica Velarde, que también viajó por toda Sudamérica para comprobar el “paupérrimo estado del fútbol formativo femenino hasta 2018”.

De ahí, el festival de fútbol que, con la ayuda de la entrenadora alemana Martina Voss-Tecklenburg, montó en 2016 en Quito para 145 niñas. Y su interés por “fusionar el deporte y el arte corporal y fomentar el autoconocimiento para poder desarrollar sesiones de entrenamiento más específico, que ayude a prevenir lesiones también a través de una alimentación consciente”.

“Con el festival, quería masificar y visibilizar el fútbol femenino desde las bases”, cuenta Velarde, que en 2017 trabajó en Boston como entrenadora asistente durante un intenso mes.

La experiencia le abrió muchas puertas. Entre ellas, las de la Juventus, que la contrató como coordinadora del programa de niños y niñas de 5 a 18 años que el club italiano tiene en Buenos Aires. Ese mismo año, también participó del campamento que organiza la ahora archiconocida y premiada Megan Rapinoe en Nueva York para que las niñas sigan avanzando en un deporte que en su país practican en el colegio.

“Formé parte del staff y eso me permitió observar y aprender mucho”, dice la mediocampista ecuatoriana sobre la experiencia que vivió junto a la mejor futbolista del reciente Mundial de Francia, doble campeona mundial y ganadora también este año del premio The Best que otorga la FIFA.

Velarde regresó a su país con todo ese bagaje en la mochila y ahora, desde su fundación, aporta algunos de los contenidos académicos que sustentarán las licencias Conmebol que la Federación de su país otorgará para fútbol femenino y fútbol mixto.

“Se necesita más apoyo y que los clubes inviertan más recursos en las formativas de mujeres porque existe un retraso motor comparado a los hombres”, asevera la internacional ecuatoriana de 30 años.

“Es necesario educar a los entrenadores y a los dirigentes para comprender las necesidades de una deportista mujer”, prosigue, mientras ultima los preparativos del primer seminario internacional de fútbol femenino y equidad de género.

Es el último proyecto lanzado desde su fundación, se celebrará en Quito del 18 al 22 de noviembre y contará con profesionales tan relevantes como Carolina Morace, ex futbolista y gerente deportiva del AC Milán, Nicola Williams, ex seleccionadora de Australia, Marisa Sánchez, ex preparadora de la selección mexicana y la estrella española Vero Boquete, entre otras.

Allí hablarán de innovación en gestión deportiva, en táctica, en preparación física y en fisiología y ciclo menstrual de la mujer y de muchos aspectos más, semanas después de que la capital de Ecuador acoja también la Copa Libertadores femenina.

“Traer a Quito la Libertadores es un gran avance para el país y debería servir para romper estigmas sociales y culturales respecto a las mujeres”, concluye Velarde sobre el torneo que 16 equipos sudamericanos disputarán del 11 al 27 de octubre.

Con mujeres rompedoras como ella, todo parece más fácil y más cercano.

* Fotos cedidas por Mabel Velarde