Mabel Velarde, la ecuatoriana que encara el fútbol con mirada de género

Las mujeres ecuatorianas dieron un importante paso en su historia con el fútbol al cerrar el pasado fin de semana el primer campeonato profesional disputado en su país. Se denomina Superliga femenina y se lo adjudicó el Deportivo Cuenca tras superar al Club Ñañas por 2-0 en la final del torneo, que se juega con sistema de playoff.

El resultado fue lógico: el Deportivo Cuenca es, de los 22 participantes de la liga, el conjunto que cuenta con más jugadoras con contrato profesional. Son 13, ocho más que las cinco que exige la Conmebol (la Confederación Sudamericana de Fútbol) en la normativa que estableció este año para promover el fútbol entre las mujeres.

La cosa es así: si los equipos masculinos quieren disputar la Copa Libertadores, los clubs deben tener, al menos, un equipo mayor femenino y otro sub-16. Si no, quedan privados de la licencia para participar en el equivalente sudamericano de la Liga de Campeones europea.

Como ningún club quiere dejar de estar en la Libertadores, la fórmula está surtiendo efecto. La amenaza, ya se sabe, suple la falta de convencimiento.

“Esto es un paso, pero en Ecuador aún no existe una estructura de fútbol femenino para que las jugadoras tengan los mismos derechos y se reconozca económicamente su trabajo”, me cuenta Mabel Velarde, una de las pioneras del fútbol ecuatoriano, que antes de caminar hacia la profesionalización había celebrado cinco torneos femeninos amateurs.

Las jugadoras profesionales tienen en el país sudamericano salarios que fluctúan entre los 150 y los 700 dólares por mes, 800 al sumo si se añade la afiliación al seguro social. Las amateurs, que son la mayoría, perciben entre 30 y 100 dólares mensuales. Muchas juegan sin cobrar y también eso se pone por contrato.

“Estamos ganando terreno y estamos peleando por nuestros derechos y visibilizándonos cada vez más, pero es importante conocer las necesidades del fútbol femenino y tener personas altamente capacitadas”, añade Velarde, que disputó la recién concluida Superliga femenina con el Universidad Católica.

“En Ecuador no hay apoyo a la mujer en el deporte; la cultura es muy machista”, continúa la mediocampista, internacional con su selección en el Mundial de 2015 en Canadá.

Un ejemplo que ilustra sus palabras: en la web del Deportivo Cuenca, no aparece el equipo femenino ni siquiera ahora que se ha proclamado campeón. Los masculinos están todos.

Haber sido mundialista es sólo uno de los muchos logros de la menuda y expresiva Velarde, quien con 17 años se convirtió en la primera ecuatoriana en lograr una beca para estudiar y jugar al fútbol en Estados Unidos.

Allí permaneció cuatro años y jugó para la Lee University (Tennesse), la SE Missouri State y en San Diego. Cuando las estrecheces económicas la obligaron a emigrar de nuevo, ya había aprendido buena parte de lo que, desde entonces, intenta aplicar en Ecuador.

No es fácil. Ni siquiera para alguien como ella, que jugó también en Boca Júniors (Argentina) antes de que una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda la  obligara a parar durante un buen tiempo. Tenía 21 años y repetía lesión. Con 15, ya se había quebrado el de la rodilla derecha.

“Fueron momentos duros, pero también enriquecedores; generaron mucha paciencia y disciplina”, recuerda Velarde casi diez años después de aquella grave lesión.

Con paciencia y disciplina se sacó también el título de entrenadora y empezó a involucrarse en cuestiones de liderazgo que, en su caso, es una cualidad innata. Resultó más que evidente durante esa etapa en la que jugó con hombres en el Cuniburo, fundó la academia de fútbol que lleva su nombre y dirigió al Quito FC.

“Después me puse a jugar de vuelta porque me convocaron para el Mundial”, dice entre risas, “y fue una de las mejores experiencias de mi vida”. “Jugar en estadios llenos, pasar controles antidoping… Me llamaron la atención esos test hormonales y de sangre para ver si éramos mujeres…”, rememora.

Ese tipo de pruebas, que también se dan en el atletismo y probablemente en otros deportes, evidencian las barreras que aún hoy tenemos que franquear las mujeres en el deporte. Y perpetúan por la vía científica los gritos de «machona y marimacha» con los que aún hoy se intenta descalificar a las mujeres que osan hacer suyos terrenos tradicionalmente masculinos.

Por suerte, cada vez son más las que dan el paso. Y menos los que se atreven a usar esos términos tan peyorativos.

A Velarde, como a tantas otras, la llamaron así muchas veces. Pero eso nunca la hizo echarse atrás. Al contrario. Tras la experiencia mundialista dio un paso más en su carrera como entrenadora y se graduó con una tesis sobre cómo integrar la cuestión de género y la sexualidad en la formación de los futuros futbolistas, hombres y mujeres. Son temas tabú, incluso en los países más avanzados en estos ámbitos.

Pero la mediocampista del Universidad Católica es persistente. Y las experiencias que fue acumulando como preparadora la reafirmaron en su convicción de la necesidad de una formación integral y específica para las niñas y adolescentes que quieren practicar deporte.

“Cuando trabajas con ellas, te das cuenta de que no conocen su cuerpo, de que se asustan por cosas que son absolutamente naturales. Y los entrenadores hombres, en general, tampoco saben manejarse con situaciones que afectan específicamente a las mujeres”, explica Velarde, que también viajó por toda Sudamérica para comprobar el “paupérrimo estado del fútbol formativo femenino hasta 2018”.

De ahí, el festival de fútbol que, con la ayuda de la entrenadora alemana Martina Voss-Tecklenburg, montó en 2016 en Quito para 145 niñas. Y su interés por “fusionar el deporte y el arte corporal y fomentar el autoconocimiento para poder desarrollar sesiones de entrenamiento más específico, que ayude a prevenir lesiones también a través de una alimentación consciente”.

“Con el festival, quería masificar y visibilizar el fútbol femenino desde las bases”, cuenta Velarde, que en 2017 trabajó en Boston como entrenadora asistente durante un intenso mes.

La experiencia le abrió muchas puertas. Entre ellas, las de la Juventus, que la contrató como coordinadora del programa de niños y niñas de 5 a 18 años que el club italiano tiene en Buenos Aires. Ese mismo año, también participó del campamento que organiza la ahora archiconocida y premiada Megan Rapinoe en Nueva York para que las niñas sigan avanzando en un deporte que en su país practican en el colegio.

“Formé parte del staff y eso me permitió observar y aprender mucho”, dice la mediocampista ecuatoriana sobre la experiencia que vivió junto a la mejor futbolista del reciente Mundial de Francia, doble campeona mundial y ganadora también este año del premio The Best que otorga la FIFA.

Velarde regresó a su país con todo ese bagaje en la mochila y ahora, desde su fundación, aporta algunos de los contenidos académicos que sustentarán las licencias Conmebol que la Federación de su país otorgará para fútbol femenino y fútbol mixto.

“Se necesita más apoyo y que los clubes inviertan más recursos en las formativas de mujeres porque existe un retraso motor comparado a los hombres”, asevera la internacional ecuatoriana de 30 años.

“Es necesario educar a los entrenadores y a los dirigentes para comprender las necesidades de una deportista mujer”, prosigue, mientras ultima los preparativos del primer seminario internacional de fútbol femenino y equidad de género.

Es el último proyecto lanzado desde su fundación, se celebrará en Quito del 18 al 22 de noviembre y contará con profesionales tan relevantes como Carolina Morace, ex futbolista y gerente deportiva del AC Milán, Nicola Williams, ex seleccionadora de Australia, Marisa Sánchez, ex preparadora de la selección mexicana y la estrella española Vero Boquete, entre otras.

Allí hablarán de innovación en gestión deportiva, en táctica, en preparación física y en fisiología y ciclo menstrual de la mujer y de muchos aspectos más, semanas después de que la capital de Ecuador acoja también la Copa Libertadores femenina.

“Traer a Quito la Libertadores es un gran avance para el país y debería servir para romper estigmas sociales y culturales respecto a las mujeres”, concluye Velarde sobre el torneo que 16 equipos sudamericanos disputarán del 11 al 27 de octubre.

Con mujeres rompedoras como ella, todo parece más fácil y más cercano.

* Fotos cedidas por Mabel Velarde