Las primeras ‘plazas’ olímpicas de París 2024, en pleno Mundial

Indiferente al Mundial femenino de fútbol que acoge desde el pasado 7 de junio como una de sus ocho sedes, París se vuelca, sin embargo, en los Juegos Olímpicos que celebrará en 2024.

Resultó evidente este domingo cuando la popular e icónica Place de la Concorde se convirtió en el “terreno olímpico y paralímpico más grande del mundo” en una jornada que pretendía acercar los deportes que serán olímpicos en la capital francesa a todo tipo de público, los niños incluidos.

Ciento cincuenta atletas voluntarios de 30 federaciones francesas dedicaron el día a enseñarles, especialmente a los más pequeños, cómo hacer un salto de altura; cuáles son las reglas del rugby; cómo escalar en un rocódromo o la manera de poner el cuerpo para bailar break.

Sí, aunque no lo crea, el comité organizador de los Juegos de 2024 pretende que el breakdance se sume a la escalada, el surf y el skate como nuevo deporte olímpico. Estos tres últimos ya se exhibirán en Tokio 2020. El breakdance es pura aportación parisina.

En la Concorde, la danza hiphopera llamaba la atención de algunos los curiosos. Pocos sabían que opta a convertirse en disciplina olímpica.

El tablón de presentación del deporte la describía así: “El baile es practicado por un amplio público: es un deporte variado y transgeneracional, accesible, sea cual sea el nivel de vida, para todo nivel de práctica”.

Y añadía: “El baile es, a la vez, un deporte: esfuerzo físico, riesgo, espíritu de competición. Un arte: sinergia entre el rendimiento deportivo y la belleza artística. Un entretenimiento: compartir experiencias y pasiones, transmitir sus saberes”.

En la lista de campeones franceses -se mencionaba sólo a los locales-, aparecía apenas Martín Lejeune, el joven que se colgó la plata en los Juegos de la Juventud celebrados en Buenos Aires en 2018.

La tradición como disciplina deportiva es inexistente. Y tampoco vi a nadie que se atreviera a intentar ni siquiera los pasos aparentemente más sencillos. En cambio, sí había numerosos voluntarios para jugar al baloncesto, al fútbol y al rugby o para hacer kilómetros en la bici, aunque fuera estática.

Quienes más disfrutaron de la jornada, sin embargo, fueron los 6.000 corredores que participaron de alguna de las tres carreras de 2.024 metros que se disputaron.

No por la distancia. Tampoco por el trazado, que rodeaba el Obelisco egipcio que preside la plaza de la Concorde desde 1840. Sino por los 24 dorsales que la organización sorteó entre los participantes: dan derecho a disputar el maratón olímpico de París 2024, el primero en la historia de los Juegos que será también popular.

Allí, junto a los atletas buscarán la gloria olímpica, correrá también un privilegiado grupo de corredores populares, con una pequeña trampa: harán el mismo recorrido que los profesionales y el mismo día, pero a distinta hora.

La propuesta la hizo un corredor catalán aficionado, con la idea de lograr una mayor implicación popular en los Juegos. El Comité Olímpico Internacional (COI) le dio alguna vuelta y la acabó comprando para París 2024.

“La verdad es que no sé cómo funcionará la selección, si además del sorteo de hoy, se abrirán otros procesos para poder participar; espero que sí, pero aún no han explicado gran cosa”, me contó Caroline, después de participar en una de las tres carreras de la fiesta olímpica y no haber sido agraciada con uno de los codiciados dorsales premiados.

“Tenía una pequeña esperanza de que me tocara, pero sobre todo quería participar por el ambiente, que es fantástico, por el privilegio de correr en un lugar así y por formar parte del ambiente olímpico de alguna”, añadió la mujer, que este año debutó en los 42.195 metros precisamente en París.

“Lo que está bien de este tipo de carreras no es lo deportivo porque son sólo 2.024 metros, sino que las puede correr todo el mundo, familias, niños, todo tipo de gente y eso evoca el espíritu olímpico”, me dijo Jerôme, empapado en sudor.

Ayer hacía mucho calor en París. Y si bien la distancia era corta, los corredores acabaron rojos como tomates.

“Nada, todo sea por participar de una experiencia así”, relativizó Caroline los casi 30 grados que había. “Espero que en los Juegos el espíritu sea el mismo. Los parisinos nos quejamos habitualmente por todo, las obras ya empiezan a alterar nuestra vida cotidiana y esto sólo irá en aumento. Confío en que el balance, al final, sea positivo”, continuó, sin esconder su preocupación por “la seguridad”.

Este domingo, la presencia policial en la plaza de la Concorde era visible. Pero, para los estándares franceses, casi tan discreta como la implicación ciudadana. La gran explanada no era, ni mucho menos, un hervidero de gente.

Algunas familias encontraron allí un buen acomodo para entretener a los niños el primer domingo caluroso del verano. Los corredores habituales, un escenario privilegiado para hacer la rodadita del día. Curiosos y aficionados a otros deportes, un espacio donde pasar un buen rato de manera gratuita, algo que en la cara París se agradece especialmente.

El Mundial femenino de fútbol, mientras, pasaba desapercibido. La polémica clasificación de Inglaterra ante Camerún (3-0) no pareció interesar lo más mínimo a los franceses que, horas más tarde, sí siguieron con más atención la emocionante y agónica victoria de las Bleues ante Brasil en la prórroga (2-1).

Para entonces, la fiesta olímpica ya había abandonado la plaza de la Concorde y liberado todo el frontal del lujosísimo Hotel Crillon, que había visto reducido el espacio para la entrada de sus acaudalados clientes.

Mientras, 24 maratonistas amateur, 12 mujeres y 12 hombres, festejaban aún incrédulos haber sido los primeros en lograr una plaza para los Juegos Olímpicos de París.

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