Aviso para el lector: lo que leerá de entrada en este post es -hasta donde yo sé- una noticia exclusiva, que probablemente encontrará usted en los próximos días en algún diario deportivo o generalista de España. Es hasta posible que algún medio la saque de este blog y la reproduzca como si fuera suya. Es algo habitual en el periodismo.
Y es que quien la protagoniza es Charlyn Corral, la estrella mexicana, que, según pude saber, vestirá la camiseta del Atlético de Madrid la próxima temporada.
Fuentes al corriente de las negociaciones me contaron que la segunda máxima goleadora de la liga española la pasada temporada y pichichi de la anterior campaña abandonará el Levante y el próximo curso reforzará al vigente campeón de la liga española. El acuerdo está ya cerrado y sólo espera oficialización.
La noticia no es menor. Afecta al equipo más poderoso del fútbol español y a la jugadora que, en las últimas temporadas, rivalizó con Jennifer Hermoso por el título de máxima realizadora del campeonato. Charlyn, como se la conoce, es, además, la futbolista mexicana más talentosa y popular de su país y la líder de su selección.
Fuente: Instagram de Luis García
Podría dar unos cuantos más datos sobre ella para contextualizarla. Pero, como esto no es un diario, me abstengo. En realidad, escribo este post para hablar de otra cosa que me parece tan importante como la noticia: que en España no le interesó a ningún medio.
Cuando digo ninguno, me refiero -para ser precisa- a dos grandes diarios deportivos y a otros dos grandes generalistas, los tres que me dijeron no, uno tras otro, y un cuarto que aún no contestó. Después, me cansé. Y, como además intuí que la respuesta sería siempre la misma, decidí publicar la exclusiva en mi blog para que quede constancia y, sobre todo, para hacer un par de reflexiones que extraje del episodio.
La primera es obvia: el fútbol jugado por mujeres interesa lo que interesa, que es más bien poco, por más que ahora todo el mundo abrace el discurso de la igualdad y hable del buen papel de la selección española en el Mundial de Francia.
Coincido con mi gran colega Sebastián Fest en que en todo esto del llamado fútbol femenino (¿?) hay mucho postureo, mucho de no quedar al margen de una moda políticamente correcta y que, además, ofrece oportunidades de negocio.
Lo pensaba antes de aterrizar en París para cubrir mi primer Mundial femenino y lo sostengo, con más argumentos, ahora que el campeonato ya está en su ecuador. Basta hacer un recorrido por los diarios y ver dónde aparece Francia 2019, cuando aparece.
La segunda no es, en realidad, una reflexión sino otra constatación agravada por esta particular experiencia: la desvergüenza en los medios españoles sobrepasó todo límite.
¿Por qué? Y porque ya no tienen ningún reparo en responder que no compran notas a periodistas freelance porque no quieren pagar y, de hecho, no pagan las colaboraciones. Tal cual lo lee.
En la cúpula de los diarios españoles -y no me refiero precisamente a los más modestos- hay personas muy bien remuneradas que consideran que el trabajo ajeno no debe ser pagado; que los periodistas autónomos, cada vez más numerosos, deben regalar su trabajo y, además, dar gracias por el detalle de que se lo publiquen.
De no creer. Y sin embargo, sucede ya sin ningún tipo de disimulo, como si hubiéramos vuelto al medioevo o a los tiempos en los que la esclavitud era norma. En España, se abolió oficialmente entre 1880 y 1888. Eche cuentas.
Y, de paso, intente encontrar argumentos de un mínimo peso para explicar semejante aberración. Yo soy incapaz de encontrar ni uno solo. Como tampoco encuentro los motivos que pueden llevar a un/a periodista a regalar lo que produce, como si su trabajo no tuviera ningún valor o no le hubiera dedicado esfuerzo y tiempo.
Pero así estamos y así nos va. Extráñese usted de que el periodismo y los medios en España, lejos de salir de la crisis, la profundicen cada día un poco más.